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martes 30 de abril del 2024

Detector humano de mentiras: cuáles son los gestos y señales que indican que una persona no está diciendo la verdad

Hugo Lescano, experto en lenguaje corporal y oratoria, aseguró: “No existen buenos mentirosos, lo que existe son malos observadores".

Piadosas, crueles, persuasivas, en campaña, hay de todo tipo, pero todos recurrimos a ellas. Las mentiras están instaladas, en mayor o menor medida, en todas las personas a lo largo y ancho del mundo. El problema es lograr identificarlas, descifrar el código lejano a la verdad que sale de la boca de alguien. “No existen buenos mentirosos, lo que existe son malos observadores«, aseguró Hugo Lescano, experto en lenguaje corporal y oratoria.

En una entrevista que brindó a El Puente de Radio Mitre Rosario, quien también dirige el Laboratorio
de Investigación en Comunicación No Verbal, explicó: “En el ámbito político es bastante más frecuente identificar cuando un político dice algo que no siente, porque nuestro cerebro, aunque no seamos expertos, está preparado para verificar la falta de congruencia entre un gesto y lo que una persona dice. Claro que si nos entrenamos es mucho más sencillo”.

Si bien no es universal la gestualidad de la mentira, hay ciertos comportamientos que repetimos cuando estamos mintiendo. Cuando llego a casa y mi pareja me dice ‘hace tres horas que no me contetas, no te llegan los mensajes’. Si tuve un problema real, le quiero contestar ‘el tráfico estaba tremendo, me quedé sin batería y no te pude contestar’. Si estoy mintiendo y en realidad estuvo en otro lado y no se lo quiero decir a mi pareja, mi cerebro va a elevar sutilmente el tono de mi voz. El tono de la voz se va levemente hacia arriba, es un fenómeno cerebral que se produce cada vez que estamos mintiendo, se llama ‘baby talks’”, continuó Lescano.

Acerca de los motivos por los cuales no logramos notar la mentira o cancelamos la posibilidad que otra persona esté faltando a la verdad, señaló: “No existen buenos mentirosos, lo que existe son malos observadores. A veces no percibimos la mentira porque apreciamos mucho a la persona, en otro caso porque necesitamos creer que eso sea así o porque no queremos tener conflictos. Existe gente que miente más que otras, pero todos, sin excepción, mentimos por diferentes motivos”.

También brindó argumentos sobre porqué hay un par de gestos corporales que están emparentados con las mentiras: “Hay un mito que si te pica la nariz o te rascas la oreja es que estás mintiendo, pero hay que verificar si la persona tiene tics, como el juez Zaffaroni que tiene un tic. Si la persona no tiene esa manía de tocarse y lo hace justo en el momento en el que está justificando algo muy delicado, entonces sí lo tomamos en cuenta. No siempre una persona que se toca la nariz está mintiendo, porque puede tener alergias, pero mucha gente que miente lo hace, o se toca la oreja o el cuero cabelludo porque hay una cuestión fisiológica, cuando mentimos eso nos produce una tensión y un estrés tan elevado porque tenemos miedo que nos descubran, que la irrigación sanguínea, la circulación sube y nos provoca picazón especialmente en la nariz, oreja y cuero cabelludo”.

En un año de elecciones, con varias campañas políticas ya en marcha, con muchos discursos o declaraciones en medios periodísticos por venir, será momento de mucho análisis puesto en cada palabra de los candidatos. “Existe un emblema gestual, que son gestos que hacemos con la mano, como cuando cerramos el puño y levantamos el pulgar, todos entendemos que eso es que está todo bien. Cuando desaparece el dedo pulgar de la conversación, lo que sucede es que las cosas no están bien. Vean el próximo discurso de cualquier candidato y vean sus manos, porque cuando estamos mintiendo, o decimos algo que no es exactamente así o estamos queriendo torcer la historia, el dedo pulgar desaparece y se esconde detrás de la palma”, contó el especialista.

“Vayan a los discursos cuando los ministros de Economía decían ‘el Fondo Monetario nos ha dado un préstamo que va a ser fabuloso para los argentinos’, y van a ver como el dedo pulgar desaparece, porque es inconsciente que en realidad no iba a ser tan fabuloso. Desaparece el dedo pulgar cada vez que estamos en problemas, hay gente que lo pone en los bolsillos, o debajo de las axilas o queda envuelto por los otros dedos”, finalizó Lescano.