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martes 30 de abril del 2024

#ElPuenteSaludable: el sodio en la alimentación y en los alimentos

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El sodio es un mineral necesario para la realización de funciones vitales por parte del organismo ya que, en conjunto con otras sustancias, contribuye al mantenimiento de la homeostasis metabólica y procesos de regulación interna. Aún así, en exceso resulta nocivo siendo uno de los causantes y responsables de padecer distintas patologías crónicas. Y la sociedad lo asocia a un solo alimento: sal de mesa.

Lo más curioso es que, principalmente, la mayor cantidad de sodio que ingresa al organismo no proviene del salero sino que tiene origen en alimentos procesados como: panes, galletitas saladas y dulces, cereales de desayuno, barras de cereal, helados, bizcochos, facturas, entre otros. Dejemos de lado a los caldos en cubos y polvos, snacks, aderezos, fiambres, hamburguesas industriales y salchichas que, rápidamente al nombrarlos, se los asocia con un alto aporte de sal.

Pero entonces, ¿por qué sucede esto? En la industria alimentaria, la adición de sal proporciona algunos beneficios:

  • Modifica características organolépticas, en particular la textura como sucede en los quesos y productos cárnicos ayudando al mezclado y ligado de los ingredientes y evitando el exudado de líquido y grasa
  • En un pan, intensifica la producción de gluten y retiene agua favoreciendo la consistencia de la masa
  • La sal reduce la actividad del agua – que es la cantidad de agua disponible en el alimento o preparación – y así favorece la vida útil del mismo ya que al haber menos líquido disponible para los microorganismos, se inhibe el crecimiento tanto de aquellos patógenos como de los que causan deterioroLa solución no se trata de prohibir ya que, como se mencionó antes, el sodio es necesario para nuestra vida – mientras no exista algún proceso, afección o enfermedad que obligue a hacerlo -. En cuestiones de alimentación, la palabra ‘prohibido’ genera más deseo… ¡hasta con la sal! Moderar y ser conscientes de lo que se consume, buscar alternativas por medios de otros ‘saborizantes’ y educar al paladar hacia lo natural para sentir el verdadero gusto de los alimentos y poder apreciarlo resultan estrategias viables para reducir su consumo.