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lunes 29 de abril del 2024

Si su amor fue flor de un día

En uno de sus tantos retornos al país, allá por los años ochenta, preguntaron a Astor Piazzolla qué pensaba de los autores y compositores de tango contemporáneos. Con su estilo típico irrespetuoso afirmó el “gato” que comparativamente si la dupla que conformaron Juan Carlos Cobian y Enrique Cadícamo calificaban para un diez, nadie llega en esos momentos a un dos . Obsérvese por una parte que para elevar la vara a diez no había recurrido a personas de su amistad y conocimiento, como Aníbal Troilo u Horacio Ferrer, sino que lo había referenciado el alto estandarte en dos artistas que no eran de su afecto íntimo.

Hemos elegido esta mención a Piazzolla para enmarcar el lujo que fue para la canción ciudadana la conjunción de Cobian con Cadícamo. El puntapié inicial, la obra primeriza, fue el tango “La casita de mis viejos”. Por entonces, 1931, Cobian ya había logrado éxitos resonantes como “El motivo”, “Mi refugio”,  “A pan y agua” o “Shusheta”, mientras que el poeta ya conocía de las mieles del triunfo con “Pompas de jabón”, “Che papusa oí”, “Muñeca brava”, “Compadrón” y “Anclao en París”, todos dados a conocer por Carlos Gardel.

Un chef diría que todo estaba “a punto de caramelo” para que se cocinara entre ambos “La casita de mis viejos” escrita por el poeta en 1931 sobre una vieja melodía del pianista que no se había editado. Lo nostalgioso y melancólico que trasmite emocionalmente Cadícamo en ese poema convence definitivamente a Cobian que ha llegado hasta él un letrista al que había esperado durante muchos años. Casi inocentemente introduce Cadícamo unos versos no tan inocentes, al afirmar «las mujeres siempre son las que matan la ilusión”.

“La casita de mis viejos” es estrenado por el propio Juan Carlos Cobián acompañando a la cancionista brasileña ItaloFerreyra, pero la primera difusión importante la realiza la cancionista Tania, esposa de Enrique Santos Discépolo, quien en septiembre de 1931 lo interpreta en el Teatro Maipo en la revista “Lo mejor es reír” de Ivo Pelay.

A partir de allí se suceden los éxitos del pianista y el poeta. Dan a conocer entre otras canciones “Los mareados”, “Nieblas del riachuelo”, “Rubí”, “Hambre” y “Almita herida”, lamentablemente ninguna de ellas grabada por Carlos Gardel. Precisamente con referencia al zorzal, a poco de la tragedia de Medellín que acaba el 24 de junio de 1935 con su vida, el empresario teatral Alberto Ballerini le encarga a ambos una comedia musical que se inspirara en  la vida del cantor fallecido, a la que había registrado como “El cantor de Buenos Aires”. Cuando finalizan los artistas la misión encomendada impugna el empresario una de las canciones que contenía a su juicio una complicada construcción musical del refrán. Era el tango “Nostalgias” y Cobian dijo que la música se “quedaba como estaba y que no se cambiaba nada”. El cuestionado trozo musical es en el que se apoyan los versos que dicen “Desde mi triste soledad veré caer las rosas muertas de mi juventud». Se ponen Cobian y Cadícamo a cambiar “Nostalgias” por otro tango y allí mismo componen en 24 horas “El cantor de Buenos Aires”, verdadera joya nacida de estos hombres con tanto talento.

El estreno de “Nostalgias “ se produce poco tiempo después en la inauguración de una lujosa boite porteña en la esquina de Florida y Charcas llamada “Charleston” y estuvo a cargo de una pequeña orquesta integrada entre otros por un joven y desconocido Anibal Troilo y un cantor al que Pichuco le decía “gallego” y que se llamaba Antonio Rodríguez Lesende, quien tuvo el privilegio de ser el primer intérprete vocal del refrán “maldito”.

A partir de ese estreno la ciudad es invadida por la partitura exitosa de “Nostalgias”. Al instante Charlo, que escucha el tango en la boite, se conmueve con esa melodía brillante que enhebraba versos radiantes como los de “Quiero emborrachar mi corazón” o “Si su amor fue flor de un día” y la interpreta en Radio Belgrano. Comienzan entonces la infinidad de grabaciones que incluyen entre otras la de Miguel Caló con Roberto Arrieta, Astor Piazzolla con Héctor de Rosas, Hugo del Carril, Libertad Lamarque, Héctor Mauré y son varios los interpretes extranjeros que registran “Nostalgias” como el tenor Plácido Domingo, Sarita Montiel, Ranko Fujisava y Cuco Sánchez, por citar algunas de las casi 100 grabaciones que ostenta este tango.

No creamos que en su momento fue el empresario Ballerini el único que resistió la irrupción avasallante de  “Nostalgias”. Al escucharlo dijo Agustín Magaldi que no llegaba a comprender que habían querido componer Cobian y Cadícamo. Por su parte Francisco Canaro, la orquesta que más tangos grabó en toda la historia tanguera nunca lo llevó al surco aduciendo: “Yo no sé porque éste Cobian escribe estos tangos”.