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miercoles 08 de mayo del 2024

Obesidad: la epidemia sin fin

La Argentina es el país de América latina con la mayor tasa de obesidad en niños menores de 5 años y en adultos varones, según un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de 2017.

La obesidad es una enfermedad crónica que requiere de un tratamiento integral con dieta saludable, actividades antisedentarismo, control de emociones, uso de fármacos, balón gástrico y en casos extremos, la cirugía bariátrica.

«La obesidad constituye un grave problema de salud pública calificado como la epidemia del siglo, a la que se destina una variedad de recursos económicos y humanos para su prevención y tratamiento a nivel mundial, pero con aislados resultados positivos en la actualidad», indicó Francisco D’Onofrio, médico especialista en Nutrición, creador y supervisor del Programa de Obesidad del Ministerio de Salud de Tucumán.

D’Onofrio afirmó que «la obesidad afecta a cualquier individuo sin respetar edad, sexo, raza o nivel socioeconómico».

Según la OMS, la obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud individual y de la comunidad.

«Esta enfermedad es un factor de riesgo de padecer otras enfermedades crónicas, tales como diabetes tipo 2, hipertensión arterial, mayor incidencia de infartos agudos de miocardio, ACV, lesiones articulares y apnea del sueño, existiendo la posibilidad de desarrollar varios tipos de cáncer.

Asimismo, se afecta la psiquis del individuo que padece obesidad al disminuir la autoestima y ver afectadas sus relaciones sociales», comentó el especialista en nutrición.

El médico señaló que en la actualidad, a la obesidad «se la considera una enfermedad crónica la cual puede ser endógena (5 a 10 % de los casos) por lo general provocada por la disfunción de alguna glándula endocrina como la tiroides (hipotiroidismo), el síndrome de Cushing (glándulas suprarrenales), diabetes Tipo 2, el síndrome de ovario poliquístico o el hipogonadismo».

En tanto, explicó que «la forma exógena (cerca del 90% de los casos) se da por un exceso en la alimentación o a determinados hábitos sedentarios, originados en el llamado «fenómeno de transición nutricional»».
«Esta modalidad es la más habitual y no es causada por ninguna enfermedad o alteración propia del organismo sino por hábitos tóxicos para la salud», añadió.

D´Onofrio manifestó que «en los últimos 30 años se duplicó la tasa de obesidad tanto en hombres como en mujeres».

El médico recordó que actualmente unos 6,5 millones de adultos son obesos en el país y más del 60% de la población argentina tiene exceso de peso, según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo.

«Las acciones de prevención que deberían ser transversales a las diferentes áreas de gobierno no ocurren, por lo que en este aspecto estamos en desventaja respecto de países como Chile y México. Por otro lado, y como agravante, ser obeso en Argentina, según el INADI, es la segunda causa de discriminación, situación que se agrava al no existir una adecuada formación curricular en las carreras de grado de los profesionales que conforman el equipo de salud que trata al paciente obeso», puntualizó.

El especialista afirmó que «es importante su prevención desde el embarazo y niñez, sobre todo la adecuada nutrición en los primeros 1000 días de vida es la clave esencial para una futura vida sana, donde la lactancia maternal tiene un rol preponderante; además, es importante promover la alimentación saludable, la práctica de actividades antisedentarismo, evitando los ambientes obesogénicos o tóxicos, las suficientes horas de sueño y el manejo eficaz de las emociones».

«El tratamiento de la obesidad debe abordarse con una terapia integral. En efecto, las recomendaciones internacionales coinciden en que debe estar a cargo de un equipo interdisciplinario para implementar acciones que abarcan desde planes de alimentación hipocalórica con reeducación alimentaria, práctica regular de actividad física y actividades antisedentarismo, el apoyo de salud mental para el control de las emociones con cambios conductuales, el uso de fármacos anorexígenos seguros, el balón gástrico y, para casos extremos, la cirugía bariátrica», añadió.
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La experiencia tucumana.
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Recientemente se realizó en Tucumán un ensayo clínico doble ciego inédito utilizando mazindol (fármaco anorexígeno) como coadyuvante para el descenso de peso.

El estudio se efectuó con personal de la policía provincial, a quienes se los estudió durante 3 meses con un plan de alimentación hipocalórico, actividad física y farmacoterapia.

Luego de ese período, los resultados mostraron que el grupo al que se administró el principio activo mazindol tuvo una reducción de su peso corporal inicial del 8% y también una reducción de su masa grasa con resultados superiores con respecto del grupo que no recibió medicación.

Este resultado es relevante ya que una reducción del peso inicial de entre 5 a 10 % reporta beneficios para la salud del individuo, mejorando su calidad y expectativa de vida al disminuir los factores de riesgo.

NA