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viernes 26 de abril del 2024

Año nuevo, ¿vida nueva?

Calendario, así denominamos al sistema que utilizamos para organizar el tiempo, del latín calendarium, que viene de kalendae o calenda, que a su vez viene del verbo calare, que significa llamar o gritar. Para los romanos, que medían el tiempo en ciclos lunares, calenda era el primer día (luna nueva) en el cual el contador llegaba a cobrar las cuentas, gritando para anunciarse.[i]

De alguna manera, sostenemos ese legado cultural que además estructura nuestra percepción del tiempo. Cada comienzo de mes, aun cuando no haya un cobrador llamando a gritos, sabemos que debemos pagar las cuentas, por lo cual nuestras actividades y decisiones cotidianas se ven condicionadas de alguna manera por esos ciclos.

Nuestra administración del uso del tiempo se basa en las divisiones del calendario en días, semanas y meses. Pero también opera la conciencia del ciclo que los incluye, el Año. Por lo tanto, si cada mes nos pone de cara a las deudas económicas o financieras, el comienzo de un Nuevo Año nos confronta con las más difíciles, las “deudas morales”, vale decir, aquellas deudas que no pueden liquidarse monetariamente, sino que su valor pesa en nuestra conciencia, son deudas subjetivas con los otros, y fundamentalmente, con nosotros mismos.

El dichoso (o penoso) balance que típicamente hacemos a fin de cada año, o de cada ciclo en general, no importa el resultado que arroje, nos coloca de nuevo como expectantes al logro de objetivos en el ciclo siguiente. Esto que reconocemos como esperanzas renovadas, nos alivia un poco ante la frustración de lo que no pudo ser, o ante el dolor de lo que se perdió, apostando a las mejorías prospectivas. Es como cuando refinanciamos una deuda, la seguimos teniendo, y probablemente nos cueste más que antes pagarla, pero lo que tranquiliza es legitimarlas, para no sentirnos en falta…

Pero es allí donde debemos estar alertas con las deudas morales, legitimar las esperanzas de que este año sí vamos a hacer aquello que no logramos, no pudimos, no supimos, no tuvimos voluntad o no…quisimos?…requiere necesariamente de al menos dos elementos:

Uno, es la autenticidad, darnos un momento para sincerarnos con nosotros mismos, y reflexionar ante la toma de decisiones respecto a nuestros objetivos y expectativas. Qué es lo que priorizamos? Qué fue lo que realmente pusimos en valor en el ciclo anterior? Si nos atrevemos a salir del recurso del autoengaño, veremos que muchas veces lo que no prosperó, es aquello a lo que en definitiva no dedicamos tiempo, energía, atención…pese a que haya figurado bien posicionado en nuestra “lista”.

Dos, es el compromiso. Un nuevo ciclo puede representar una nueva oportunidad para el cambio, claro que sí. Pero que exista la oportunidad no implica que las cosas ocurran. No va de suyo que con el año nuevo es una vida nueva, debemos transformarla nosotros.

[i]http://etimologias.dechile.net/?calendario