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martes 23 de abril del 2024

Un puente entre Rosario y Barcelona

A finales de los 70, Oriol Bohigas daba su segunda o tercera charla en la ciudad de Rosario en el auditorio de Odontología, ante una sala colmada de estudiantes, profesores y arquitectos. Por entonces, Oriol mantenía una estrecha relación con algunos muy buenos arquitectos de la ciudad de Rosario que eran autoridades del Colegio de arquitectos como “Gugui” Pantarotto, Carlitos Borsani, J.Carlos Biotti, entre otros y, a pesar de los tiempos difíciles que se vivían en el país, el arquitecto catalán había generado un vínculo estrecho con esta ciudad.

Era una gran novedad por aquellos años asistir a este tipo de conferencias y siendo estudiante de cuarto año de la carrera, nunca olvidaré algunos de aquellos conceptos vertidos por el catalán sobre nuestra ciudad, como por ejemplo la valoración de un río como el nuestro  y una ciudad dándole la espalda sin aprovecharse del paisaje. Él, al Paraná, le atribuía categoría de paisaje marinoy –decía-.

“Es tan extenso este río que parece un mar y la línea de la costa está tan lejos que adquiere dimensiones de  paisaje marino. Y que poco disfrutáis de este paisaje”. Estaba claro que su ojo perceptivo de aquellas vivencias sirvió y mucho para lo que vendría poco tiempo después.

En paralelo, por esa época un grupo de personas vinculadas a las diferentes instituciones y clubes con fuertes vínculos inmigratorios de la península ibérica promovidos por el Consulado Español, buscaban un lugar para desarrollar una plaza con una fuerte referencia al país de muchos de nuestros abuelos. Y fue el ingeniero J. Carlos Gurmendi -por entonces el secretario de Planeamiento de Rosario-, quien recibiera a esta comitiva y tal vez, influenciado por su hijo (estudiante de arquitectura), haya ayudado para la elección de que el elegido para este proyecto fuera Oriol Bohigas.

El nombre del catalán resultó fácil de aceptar. Era conocido por la comunidad arquitectónica local, aceptado por las autoridades de España y por la comitiva de las instituciones locales. Con sus socios, Josep Martorell y David Makey, desarrollaron el Máster Plan del proyecto en su estudio de Barcelona y tiempo después, volvieron a Rosario con el anteproyecto, que estaba ubicado en la franja de la ribera central, desde calle San Martín y el río hacia el norte hasta calle España y el río. El sitio asignado para este proyecto estaba en un lugar clave para el área central de Rosario y tenía un tamaño significativo.

Concluida la primera etapa del proyecto, se procedió a la segunda etapa y consistía en una selección de estudios de arquitectos locales para llevar adelante la ejecución y desarrollo del proyecto. El estudio catalán mantuvo una serie de entrevistas con una lista de arquitectos rosarinos y quedaron designados dos. Uno fue el estudio H (la herencia de Hilarion Hernández Larguia, compuesto por los arquitectos Aníbal Moline, Armando Torio, Daniel Vidal, Raúl Utges y Alberto Santanera) para llevar adelante la escala urbana, las Infraestructuras y la parquización. Por otro lado, el estudio de Horacio Quiroga y asociación para el desarrollo Arquitectónico de los edificios propiamente dicho que involucraban el Centro Cultural, Auditorio y la Escuela.

Al comienzo de la democracia en 1983, la ciudad contaba con este antecedente de Proyecto Urbano de gran escala para ser llevado adelante y fue una obra emblemática para el desarrollo Urbano de la ciudad. Hubo una “gran suerte” que puede ser entendida con el paso del tiempo y teniendo una mirada retrospectiva, habría que hacer una valoración que desde la Secretaría de Planeamiento y las oficinas técnica, a pesar de los diferentes tonos o matices políticos, hubo una línea de acción coherente, continua y casi ininterrumpida en materia de planificación Urbana.

La recuperación de los espacios públicos (muchos que pertenecían al ferrocarril o a la esfera nacional) fueron pasados a la esfera municipal y  a modo de “obsesión”, se logró mejorar la relación entre el área central de la ciudad y el río, que hasta entonces y desde el principio del siglo pasado, vivía a espalda del mismo.

El proyecto del Parque de España fue mucho más allá que el de cubrir las demandas de la colectividad española de Rosario de ese momento. Tal vez nunca, aquellas personas que fueron protagonistas directas de este encargo, sospecharon el alcance que iba a tener este proyecto en relación a la gran transformación que iba a desencadenar en la ciudad de Rosario y mucho menos, que iba a ser considerado con el tiempo como el puntapié inicial de una serie de obras que fueron cambiando sustancialmente a la ciudad.

La recuperación de la Costa fue esencial y con el paso del tiempo, se ha ido incrementando en forma notoria el recorrido de los espacios públicos utilizados de manera permanente por la gente. Hoy en día, desde la avenida Pellegrini y el río hacia el norte, pasando por la zona del anfiteatro, zona franca Bolivia, la fluvial, el Monumento a la bandera, Galpones del puerto, el CEC, Parque de España, Parque de las colectividades, Silos Davis, Parque Irigoyen y Ciudad Rivera, generan un sistema lineal y continuo de Costa, de uso público de gran atracción para el área central de la ciudad con un trayecto de aproximadamente 10 km ininterrumpidos que no muchas ciudades de este país o de Sudamérica tienen.

Y el Proyecto del Parque de España fue el puntapié inicial, fue la primer pieza de domino (a modo de metáfora) de una serie de piezas que se fueron desencadenando en forma concatenada para lograr la  transformación de la Costa central. Y a veces es cierto que se escuchan voces de críticas acerca de que el esfuerzo se ha puesto en el área central y no tanto en los barrios o las periferias.

Lo anterior sería tema para otra nota, pero lo que sí es cierto es que la ciudad tenía una deuda de 100 años y que Rosario surgió, creció y se desarrolló a espaldas del río y estas operaciones urbanísticas no se dan de un día para el otro. Se requiere tiempo y son procesos largos y después de décadas se pueden hacer evaluaciones de significación. Pasaron 40 años de aquellos días y hay que hacer un esfuerzo y no perder la memoria para recordar que los rosarinos no podíamos ver de forma franca el río sino nos trasladábamos hacia alguna parte de la zona norte de la ciudad.

Puesto en valor el Proyecto del Arq. Oriol Bohigas en nuestra ciudad es importante hacer una valoración de la figura de dicho profesional en la ciudad de Barcelona y el significado que ésta resultó y resulta hoy día para el universo del urbanismo mundial. En 1984, en el marco de un congreso de Urbanismo “La reconstrucción de la ciudad Europea” -dictado por la Universidad Menéndez Pelayo-, fui testigo junto con un grupo de colegas como el arquitecto Oriol Bohigas (secretario de Planeamiento de Barcelona de esa época), de cómo anunciaba el camino de la gran transformación urbana de la ciudad catalana, cara a las Olimpiadas del 92, y que tanto trascendiera luego en materia urbanística a nivel mundial.

No debe haber habido una ciudad tan protagonista en el mundo durante los últimos 30 años como Barcelona en relación a sus transformaciones urbanas y la recuperación del espacio público. Sus efectos han logrado que la ciudad mediterránea tal vez hoy sea una de las más visitadas de Europa, al punto que se ha transformado en un recorrido obligado y turístico equiparándose a ciudades como París, Londres, Roma y Venezia. También, es una ciudad objeto de estudios en materia académica por diferentes universidades del mundo, asumiendo casi con naturalidad la condición de ciudad vedette.

Es verdad que las transformaciones de las ciudades se generan en hechos o acciones procesuales en el tiempo y generalmente estos episodios son lentos y sus efectos se visualizan con el pasar de los años. También es cierto que se generan por una multiplicidad de factores, es difícil marcar uno solo, pero creo que en el caso de Barcelona se podría decir que uno de esos factores fundamentales fue la presencia e incansable tarea de Bohigas.

Fue responsable ideológico y factótum central en esta historia. El catalán, nacido en 1925, actualmente vive con sus 92 años en la ciudad de Barcelona, en plena Plaza Real y sigue siendo a pesar de su edad, una personalidad influyente en la intelectualidad catalana. Pero finalizando esta nota es importante destacar un relato vertido por Bohigas en su última visita en 1994 y que termina definiendo el sentido del título de esta nota: “Un puente conceptual entre Rosario y Barcelona”.

En aquella visita tuve la suerte de compartir algunas jornadas con el arquitecto de Barcelona y con el motivo de concertar una entrevista para un medio local (Rosario 12), se generó una charla informal donde le pregunté si los rosarinos podíamos estar orgullosos de contar en su Proyecto del Parque España algunas huellas o señales proyectuales de las tantas obras de espacios públicos realizadas en la Barcelona de los últimas décadas. Y la sorpresa de aquella conversación de pocos testigos y sin demasiada divulgación fue la contestación de Oriol:

“Es al revés. Hay muchas obras realizadas en Barcelona que tienen la semillita o el germen de lo que nosotros como estudio realizamos aquí en Rosario. Éramos un estudio joven y no teníamos encargos grandes. El Proyecto del Parque de España fue nuestro primer gran encargo de escala Urbana”.

Aún asombrado de escuchar semejante revelación, Bohigas me agregaba el dato de las cronologías de los hechos, que determinaban las pruebas contundentes.

El Proyecto del Parque de España nos lo fue encargado antes de finalizar los 70 y los proyectos de la transformación de Barcelona fueron gestados y pensados una década después”.

Esta revelación del arquitecto catalán coloca a Rosario en un lugar de privilegio en materia de transformación urbana y de que Rosario fue casi una “ciudad de ensayo” de lo que tiempo después se generó en Barcelona y que pocos lo saben.

Esta afirmación está lejos de pensar o de promover las similitudes entre Rosario y Barcelona, o de querer demostrar que son parecidas. Pero sí la de querer establecer un vínculo o puente conceptual entre ambas ciudades. Son diferentes, países diferentes y realidades sociales, económicas y culturales diferentes, pero sí se puede afirmar que ambas han tenido similitudes.

Ambas estuvieron cientos de años a espalda de su río o de su mar. Ambas, dieron solución, en los últimos 30 años, a este problema e incrementaron con notable eficiencia la capacidad de usos de sus espacios públicos. Pero, por sobre todas las cosas, tuvieron un arquitecto en común que fue fundamental en sus transformaciones urbanas y que se llama Oriol Bohigas.