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viernes 19 de abril del 2024

Noviazgo ¿palabra obsoleta?

Quienes rondan la quinta década al igual que yo recordarán que la cosa era sencilla, soltería o noviazgo, sin muchos matices intermedios.

Quienes rondan la quinta década al igual que yo recordarán que la cosa era sencilla, soltería o noviazgo, sin muchos matices intermedios, a lo sumo cuando muy jóvenes, se admitían los “arreglos”, entonces estar “arreglado” con alguien te habilitaba a bailar lentos más pegados, a tomarse de la mano para caminar, y en situaciones más osadas, darse algún “pico”, es decir, besarse apenas rozando los labios. Fin de la taxonomía sexo afectiva de la época.

Actualmente, el espectro es más nutrido, y se ha ampliado la terminología que refleja el universo de posibilidades a la hora de establecer lazos. Como terapeuta, nobleza obliga, he tenido que informarme sobre las nuevas denominaciones, para no decodificar erróneamente el discurso de los pacientes y aprender, junto a ellos, a llamar las cosas por su nombre.

Para intentar organizar la información en un mapa mental más o menos ordenado, desarrollé un cierto esquema, cuyo “borrador” les comparto en esta nota, no tanto para bajar línea sobre cómo son las cosas, sino para sociabilizar mi percepción y a partir de esta rudimentaria descripción, poner el tema sobre la mesa para su consideración. Mesa de café, mesa de amigos, mesa familiar, mesa de estudios, allí donde existan personas a las que este tema les despierte curiosidad, opinen.

Hasta donde entiendo, entonces, existen algunas cuantas categorías, con su correspondiente estatus en el manejo de las redes sociales, a saber:

Conocido: Puede ser alguien que resulta atractivo, y con quien incluso pudo haber alguna interacción (desde un beso hasta un encuentro sexual) pero no es significativo para la persona. Redes sociales: no existe, no tienen presencia en la biografía ni en las historias.

Amigo: Siempre refiriéndonos al contexto sexo afectivo, se puede tratar de alguien “fijo”, al modo de una amistad con derechos, es decir, alguien con quien se puede mantener encuentros sexuales si se desea mutuamente, pero sin expectativas de que esa relación se mueva a algo que los involucre más amorosamente. Redes sociales: puede aparecer en las historias, pero en contextos grupales y sin especificaciones.

Nos estamos viendo: Implica por lo menos dos dimensiones requeridas, la temporal (tentativamente podríamos estimar una relación de entre uno a diez meses) y por intensidad, es decir, la frecuencia del contacto, a diferencia de encuentros esporádicos u ocasionales que pueden darse de forma aislada a través del tiempo. Cuando se reúnen esas condiciones, uno puede decir que “se está viendo” con alguien. En este caso, se pacta de forma consensuada si es con o sin exclusividad sexual, pero es una instancia en la en general no tienen lugar ningún tipo de “reclamos” sobre el comportamiento de sus integrantes. Redes sociales: Cuando se sostiene este tipo de vínculos, puede darse a entender en las redes a través de publicaciones sin rostro ni etiquetas, imágenes de actividades compartidas de a dos, pero sin identificar a los protagonistas.

Nos estamos conociendo: Ingresar a esta categoría de vínculo implica fundamentalmente la presencia de sentimientos. Si bien la variable temporal es un dato, ya que en general son relaciones que tienen cierta historicidad como mínimo de seis meses (aunque el parámetro temporal siempre es relativo y arbitrario), el salto cualitativo se considera a partir de la vivencia de un “click”, o insight (darse cuenta), a partir del cual sus integrantes toman conciencia de que están involucrados emocionalmente, lo cual lleva espontáneamente a “limpiar otros vínculos” (recordemos que en la fase de “nos estamos viendo” podría haber o no exclusividad), de la mano de lo cual queda implícita en general la pauta monogámica (recordemos que si bien la monogamia es social, no natural, es la pauta de relación que culturalmente tenemos incorporada en la mayoría de los casos).  Las personas en esta etapa suelen tener presencia en los círculos sociales y comparten actividades con el entorno. Redes sociales: Puede haber presencia en las historias, con rostro y etiqueta, aunque no es imprescindible.

Pareja:Y finalmente, del  “nos estamos conociendo” que puede tener una duración variable, según la intensidad y el modo en que evoluciona el vínculo, puede (al modo del Juego de la Vida) retrocederse al casillero de “amigo”, “conocido”, o a una ruptura sin más rastro, o bien avanzar a la categoría ya más formal y clásica de Pareja, en donde, aunque obsoleta casi, puede usarse la terminología derivada de la noción de noviazgo, aun cuando no medie en verdad un compromiso respecto a un proyecto de convivencia o matrimonio necesariamente. En este caso también, según la manera de concebir el proyecto de pareja, sus integrantes (de cualquier género u orientación) acordarán la forma monogámica o no monogámica de relación que desean construir. Redes sociales: en este punto, para quienes son partidarios de hacerlo, se habilita la publicación con rostro y etiquetas, no sólo de historias sino incluso de posteos permanentes en los muros/biografías digitales. Se incluye también aquí la posibilidad de publicar un cambio de estado sentimental en las redes que así lo admiten. De hecho, cuando esto no ocurre, suele ser un punto de conflicto y de reclamos por parte de quien no quiere anunciar virtualmente su compromiso amoroso. Un capítulo en sí mismo, en la era de las nuevas tecnologías.

Por supuesto, en la inmensa complejidad del ser humano, los modos de vincularse no se agotan en estas ni en ninguna clasificación posible. Las formas de relacionarnos, de experimentar placer y de amar, son infinitas, así como muchas veces irreverentes e indomesticables. Lo importante es que sea en consonancia con el propio deseo, en consenso, con respeto mutuo, y libre de coerciones o violencia. Con las tensiones propias de todo vínculo, si no despierta angustias, todas las formas son válidas. Donde nos sentimos en paz, ahí es.