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lunes 29 de abril del 2024

La efeméride invisible: Día Internacional de la Lucha Contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas

Desde hace treinta años, Naciones Unidas estableció el 26 de Junio como Día Internacional de la Lucha Contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, que pretende visibilizar e invitar a la reflexión respecto al tema.

Es cuanto menos llamativo el hecho de que en nuestro país no sea noticia resonante así como otros Días Internacionales. Lo que quiero decir es que de alguna manera esa omisión de difusión (oficial y mediática) refleja la alarmante familiaridad que como sociedad estamos teniendo respecto al uso problemático y al tráfico de sustancias psicotrópicas. En algún punto, la desensibilización que se produce ante un tema que es tapa de los diarios cotidianamente, llega a provocar una involuntaria banalización de una situación que jamás debería dejar de sorprendernos, espantarnos, y encender todas las alertas.

Desgraciadamente, Rosario se ha vuelto una sede del narcotráfico, pero confiemos en que las políticas para combatirlo que se vienen gestando a nivel nacional puedan ser progresivas y contundentes. No soy analista política y no es mi intención desarrollar ese aspecto en esta nota. En conmemoración a ese Día Internacional quiero aportar alguna información de interés para entender qué le pasa a la persona que transita un uso problemático de sustancias. El último lema de Naciones Unidas en su lucha es “Escucha Primero”, como iniciativa para prevenir el consumo de drogas. “Escuchar a los niños y jóvenes es el primer paso para ayudarlos a crecer sanos y seguros[i]

Escuchar es un acto que implica una decisión que excede la capacidad sensorial de oír. La escucha activa implica la elección deliberada de destinar recursos tan valiosos como limitados, como son el tiempo, la atención y la energía vital. Cuando escuchamos a alguien le prestamos atención, le dispensamos tiempo, aplicamos nuestras energías a registrar lo que dice, a procesar la información e intentar comprender. Escuchar implica suspender nuestros juicios previos de valor para asimilar lo que el otro realmente está tratando de transmitir, más allá de nuestras propias expectativas. En relación a los niños, niñas y adolescentes, a los adultos nos cuesta mucho encontrar las coordenadas de espacio y tiempo precisas para ofrecerles la oportunidad del diálogo.

Sumergirnos en una dimensión atemporal, donde los imperativos de ganarle al reloj queden suspendidos, relajarnos, dejar el dispositivo móvil abstrayéndonos del minuto a minuto de las redes sociales… Apagar el televisor, la notebook, la Tablet, Netflix o la radio incluso, y por unos minutos simplemente mirarlos, observando minuciosamente los gestos, la mirada y el lenguaje corporal que acompaña lo dicho. Modular las reacciones impulsivas y procurar la co-vivencialidad, es decir, el captar lo que le está pasando desde la empatía. Sólo desde allí responder, a veces no para ofrecer soluciones, sino para acompañar, contener, o al menos devolver un signo de retroalimentación que le permita al interlocutor saber que lo estamos escuchando. Tan simple como eso y tan complicado para implementar cotidianamente, ¿cierto?

Si pensamos en los contextos sociales de mayor vulnerabilidad, es fácil entender cómo esta carencia psico afectiva de escucha activa es inmensamente difícil de revertir si nos queremos orientar a la prevención del uso problemático de sustancias. A su vez, el trabajo infantil en las grandes ciudades es mayoritariamente marginal, lo que facilita el paso a la ilegalidad, especialmente cuando la sobreoferta de actividades de tráfico menor de drogas los tienta con ingresos que no podrían ni siquiera soñar de otra manera.

Pero pecaríamos de ingenuidad si pensamos que sólo en los sectores marginales impacta el consumo problemático de drogas. La falta de diálogo, la incomprensión, la ausencia de proyectos vitales (por defecto o por exceso de recursos), el desuso de los rituales que van desdibujando incluso los ritos de pasaje entre los diferentes ciclos vitales, la creencia de que con proveer dinero u objetos se garantiza el amor, la intolerancia, y una inagotable lista de factores psicológicos, familiares y sociales, hacen que todos los jóvenes sean hoy más que nunca susceptibles al uso problemático no sólo de sustancias ilegales, sino, y fundamentalmente, de la droga legal de mayor uso abusivo en la adolescencia que es el alcohol.

La legalidad en la comercialización (si bien no a menores…pero…) y uso social del alcohol hace que sea un terreno muy resbaladizo a la hora de intervenir en el consumo abusivo que realizan los adolescentes. En estos días se propusieron modificaciones en la regulación del ingreso de menores a boliches, lo cual me parece un paso positivo en el cual el blanqueo de una realidad existente, hace que se asuman responsabilidades por ejemplo, en cuanto a la venta de bebidas alcohólicas.

Pero no nos engañemos, existen las previas en las casas, las juntadas en los clubes o en las calles, y las bebidas espirituosas corren irrefrenablemente dejando su impronta irreversible en el sistema nervioso aun endeble de estos jóvenes que deben completar el desarrollo de sus funciones cerebrales superiores, especialmente del lóbulo frontal, que el día de mañana les permitiría una adecuada estimación de consecuencias para la toma de decisiones, la planificación, y las funciones ejecutivas en general.

Estamos en el punto en el cual nos podemos dar por satisfechos al lograr que no ingieran bebidas blancas o de mayor graduación alcohólica, casi como un equivalente a que sean abstemios. Y eso es preocupante y de esto es preciso hablar. Como psicóloga, como profesora, como madre, soy testigo presencial de la negación que muchos adultos adoptan como mecanismo ante el comportamiento abusivo de sus hijos con el alcohol. Negar no sirve, sólo agrava las cosas. Afrontar, asumiendo nuestras propias fallas y responsabilidades en el asunto, e interviniendo desde la aceptación y el compromiso, es la única manera de transformar algo.

El ser humano es un ser social, saber que existe alguien que registra nuestra existencia, a veces es todo lo que necesitamos, asumamos el compromiso de garantizar eso y estaremos contribuyendo un poco a la causa.

[i]http://www.un.org/es/events/drugabuseday/