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jueves 25 de abril del 2024

El doble discurso

Cambiemos y el Frente Progresista han pasado por distintos estadíos en su relación. Pero lo cierto es que siempre ha habido un denominador común: dicen una cosa y terminan haciendo otra.

La disputa política tanto en la ciudad como en la provincia hace que sean rivales naturales: el Frente Progresista por ser gestión y la fuerza política que lidera Mauricio Macri como principal rival para quitarles lo que hoy es suyo. Lo cierto es que con el peronismo desmembrado y después de las elecciones 2017, el PRO se ha posicionado para conquistar ambos Estados y desterrar del bastión histórico al socialismo.

El partido de la rosa siempre ha priorizado el diálogo político. De hecho el frente que conduce está compuesto por 8 partidos, más allá de las diferencias internas que afloraron en el último tiempo. Y en ese sentido ha construido un espacio de negociación fluido con el gobierno nacional que, desde un principio, fue prometedor para el ciudadano santafesino que se vio relegado durante los 8 años del gobierno de Cristina Kirchner en las decisiones de inversión pública.

Pero el doble discurso existe, y es evidente. Dos años negociando la homologación de la MOVI con la SUBE, la disputa por el nombre del MOVI Bus o el Metro Bus de Alberdi, promesas de inversiones de vialidad que no han llegado aún en su gran mayoría, las idas y venidas de la aún no saldada deuda histórica de la Nación con la provincia, y hasta en temas de seguridad con la triple fuga, más allá de que se ha avanzado mucho después de ese episodio. Solo por mencionar algunos hitos relevante de muestras de consenso por el bien común a la sociedad que después no se traducen en los hechos.

El PRO quiere llegar. Y para eso sabe que no alcanza solamente con lo propositivo, sino también marcando los errores de los gobiernos de Miguel Lifschitz y el de Mónica Fein. Y los funcionarios locales no quieren ceder un centímetro en lo público porque saben que un error en la movida de piezas hará que el jaque mate sea inevitable. Pero en el medio está la gente.

Y es allí, en la rosca política, donde aparecen las mezquindades y comienzan a prevalecer los intereses personales y partidarios. Desde el socialismo insisten con que ahora tienen más diálogo, que los atienden en la Casa Rosada y hasta escuchan sus necesidades. Pero queda muchas veces en el diálogo y no se concretan las acciones. Mientras que el PRO insiste con que el socialismo muestra una cara en cada reunión y después solo oyen fuertes críticas en la prensa.

Lifschitz esta semana tildó de “operación de marketing” al anuncio de reducción de un 25% de planta política del gobierno nacional y la imposibilidad de que formen parte del gobierno los familiares directos de los Ministros. Inclusive Carlos Comi, Presidente del Ente de la Movilidad que resolvió en una reunión con el Ministro de Transporte Guillermo Dietrich el tema de la tarjeta SUBE, usó sus redes para reprochar viejas deudas como el tren metropolitano para Rosario o los subsidios centralizados en capital federal.

Lo claro en todo esto es que hay dos líneas de trabajo que se van a juntar y ya tiene fecha: el 2019. Mientras tanto esos dos caminos se abren en paralelo aunque se miren el uno al otro. Los de afuera miramos desde el ring side.