Por Aquiles Cadirola
La confirmada salida de Diego Cocca le abrió las puertas del Gigante de par en par a Cristian Alberto González. La oportunidad que estaba esperando desde que regresó al club a comienzos de 2018, primero a trabajar en inferiores y pocos meses después para hacerse cargo de la Reserva, le llegó. Estará al frente del primer equipo.
Con el Kily al mando, Central está también ante la posibilidad del regreso a las raíces, a lo que más se acostumbró en toda su historia. Vuelve una idea de club en la que los juveniles de la cantera tengan preponderancia y se garantice un futuro en el que el patrimonio se realce como en el último período frúctifero en el que surgieron Giovani Lo Celso, Franco Cervi o Walter Montoya, dejando abultadas cifras en euros en la caja auriazul.
El famoso proyecto, tan mentado, al leerlo casi que parece un poema de Neruda, al visualizarlo te transporta a un cuadro de Picasso. El ideal es fabuloso, el que sueña cada institución deportiva en Argentina y más aún Central, que bien sabe lo que representa que la propia fábrica de talentos sea elogiada a lo largo y ancho del país.
Ahora bien, al margen de los resultados finales, el cambio de Cocca al Kily es de 180 grados. El DT que se va apostó poco y nada por los pibes, avalado en que tenía la soga al cuello por el pobrísimo promedio, situación de la que salió bien librado porque la temporada se dio por terminada y se eliminaron los descensos, aunque había dejado al equipo con muy buenas perspectivas de salvación. Como su idea de plantel no distaba mucho de lo anterior ni se podía acercar a lo que pretendían los directivos, el ciclo llegó a su fin.
Sin lugar a dudas, el gran interrogante es si este retorno a las bases históricas de la mano del ex jugador de la selección argentina es por plena convicción que ese es el camino a seguir al estar más holgados en la tabla que nadie quiere mirar y con descensos cancelados para los próximos dos torneos al menos, o es producto de la urgencia por la profunda crisis económica en la que está sumergida la entidad canalla.
La sensación es que la coggiuntura llevó a la obligación de apostar y apuntalar a los juveniles y con el Kily en el banco eso está garantizado. El nuevo DT de la primera conoce mejor que nadie a todos aquellos que están listos para dar el gran salto, sabe qué le pueden dar y es cierto que este momento de transición en el fútbol argentino post pandemia parece ser adecuado para respaldar el proyecto. El tiempo dirá si los resultados fueron los esperados y el discurso se acomodará en base a ello, pero por lo pronto, al margen de los factores que llevaron a la decisión, la noticia saludable es que Central vuelve a las raíces.
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