Por Nicolás Menna Lambertucci
La violencia se ha transformado en una especie de código común, que, en muchos casos, se emplea para resolver diferencias entre vecinos o grupos.
Una muestra de este escenario es que al menos 40 presentaciones por violencia familiar ingresan a diario en los Tribunales Provinciales de Rosario. Ahora bien, esa violencia, ¿es un reflejo de lo que pasa en la sociedad o la sociedad también es un reflejo de lo que pasa en cada una de nuestras familias?
“La mayoría de los casos de violencia familiar que se tratan en los Tribunales de Familia tienen en el fondo una cuestión de violencia de género, pero también hay otras violencias, que se tramitan en el Foro Laboral o en el Civil y Comercial. Son muchas menos, pero también las hay”, explicó el camarista Civil y ex juez de Familia, Marcelo Molina.
En la ciudad hay cuatro Tribunales de Familia, a cargo de doce jueces, con competencia sobre Rosario y Roldán. “Ahí tenemos más de un millón de habitantes y están ingresando unas 40 presentaciones por día de situaciones de violencia familiar, que se traducen, la mayoría, en prohibición de acercamiento e incluyen la exclusión del hogar”, detalló ex magistrado.
Respecto a las acciones que puede tomar la justicia, el camarista explicó que hay tres tipos de medidas: “Exclusión del hogar, que implica una prohibición de acercamiento, es decir se aleja del hogar a una persona agresora y tampoco puede volver a acercarse a la agredida; otras son en sí mismas prohibición de acercamiento, porque están viviendo en lugares distintos y hay una menor cantidad de medidas que se relacionan con el cese de hostigamiento, cuyo ejemplo más claro es el hostigamiento por redes sociales”.
En efecto, la mayor cantidad corresponde a prohibiciones de acercamiento y exclusiones. En tanto, la cantidad de presentaciones fue in crescendo con el paso del tiempo.
“Hace unos 12 o 13 años se crearon las secretarías de violencia, y desde entonces, los Tribunales de Familia tienen una secretaria y una prosecretaria, exclusivamente dedicadas a violencia familiar, que implica dar una respuesta”, señaló Molina.
Los cambios culturales encabezados por los movimientos de mujeres y disidencias impulsaron la no naturalización de la violencia de género. Aunque queda un largo camino por recorrer, se trata de un plazo clave hacia la concientización, un trabajo arduo y cotidiano.
“Hay un empoderamiento de la mujer y la posibilidad de poder denunciar. Ese es un proceso ajeno al Poder Judicial, porque la justicia empieza a actuar desde el momento de la denuncia. Pero en la concientización de derechos es vital el trabajo de ONGs, poderes ejecutivos y de los movimientos de mujeres», destacó.
A renglón seguido, insistió en que en la justicia de Santa Fe “hay una respuesta inmediata. Cuando una persona viene a plantear una determinada medida, sea otorgándosela o no, en general, se lleva algo positivo».
No obstante, también indicó que hay otro aspecto medular, como el cumplimiento de la medida por parte del victimario.
“El tema está en que esa respuesta después se cumpla y es ahí donde podemos observar algún tipo de dificultad. En el Poder Judicial, gran parte tiene que ver con la notificación de esta medida al supuesto victimario para lograr la no reexposición de la víctima”.
“Del mismo modo que antes de la denuncia, debería haber un trabajo de empoderamiento con posterioridad a la misma, si se comprueba una situación de violencia, para que no vuelva a suceder. No es solamente con órdenes judiciales que vamos a evitar que se reiteren las situaciones de violencias”, amplió el ex juez.
Por último, el camarista puso el foco sobre la violencia estructural, simbólica y económica, que atraviesa a los sectores más vulnerables. “Hay una primera violencia que es la pobreza, no poder llegar a fin de mes. Mucha gente se encuentra fuera del sistema y eso también genera situaciones complejas”,cerró.
