Especialistas de BBC Mundo sostienen que una copa de vino tinto al día puede ayudar a rejuvenecer el cuerpo, reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, la presión arterial alta y la diabetes.
Se cree que estos beneficios provienen de los «polifenoles» (que se encuentran especialmente en el vino tinto) y que contienen propiedades antioxidantes, de acuerdo con La European Food Information Council.
Por su parte, Rafael Somonte, enólogo y director técnico de las Bodegas Dominio de Tares en el Bierzo, en León sostiene que “el vino blanco se hace simplemente estrujando y prensando las uvas blancas para extraer un líquido (el mosto blanco) que luego fermenta solo en el depósito hasta convertirse en vino”.
En cambio, el vino tinto fermenta en contacto con los hollejos y las pepitas; y así, los pigmentos y diferentes elementos beneficiosos de la piel pasan al mismo. Es decir, que en su elaboración se mantiene una mayor cantidad de antioxidantes.
Una reciente investigación italiana reveló que tanto el vino blanco como el tinto evitan la caída de los dientes.
Gabriella Gazzani y sus colegas de la Universidad de Pavia comprobaron que la costumbre ancestral de tratar las infecciones de las encías con vino y evitar, de este modo, la caída de los dientes tiene un fundamento científico.
Según desvelaban en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry, esta bebida alcohólica frena el crecimiento de los estreptococos de la boca, bacterias vinculadas a las caries, a la gingivitis y al dolor de garganta.
Un trabajo publicado en 2012 en la revista científica British Medical Journal estima que media copa de vino diaria, es decir 5 gramos de alcohol es la cantidad óptima para proteger la salud y el vino tinto le gana al blanco por los beneficios mencionados.