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viernes 26 de abril del 2024

Un derecho a conquistar: ampliar las licencias por paternidad

Por  Florencia Chabrillón

 

Las tareas de cuidado han sido una actividad históricamente asignada a las madres, como las principales responsables de asumir el trabajo dentro del hogar. Un modelo de política social, una organización institucional y un sistema de derechos se configuró sobre el imaginario de familia constituida por un varón proveedor de ingresos y una mujer ama de casa. Basándose en estereotipos de género la ley laboral desplaza a los varones de su deber de cuidar, disfrutar y participar de los primeros meses de vida de sus hijos, ignorando además a las familias configuradas por parejas no heterosexuales.

El actual el régimen de Contrato de Trabajo (Ley 20.744) otorga a la madre gestante 90 días que deben ser repartidos antes y después del parto, con una prórroga de hasta seis meses. Los  padres tienen sólo 2 días de licencia que suelen pasar a las corridas.

En Latinoamérica la situación es similar: en Chile los hombres tienen garantizados 5 días, en Colombia 8 y en Uruguay 10, quedando entre los peores puestos según la consultora global Mercer. 

Cada vez más padres independientes junto a varones feministas, como el colectivo de Varones Antipatriarcales, reclaman el derecho a paternar más allá del clásico rol hombre-proveedor que le asigna la cultura.

Muchas investigaciones demuestran que los primeros años de vida definen la relación que tendrán padre e hijo/a y que el desapego, o el sentimiento de desencuentro, es una de las principales consecuencias de estar ausente.

Si bien algunas empresas han decidido ofrecer prestaciones de licencia por paternidad superiores a las requeridas por ley, los principales perjudicados siguen siendo los padres monotributistas, independientes y aquellos que conforman 40% del empleo informal.

Cambios socio demográficos que requieren una nueva ley

 

Actualmente no contempla a todas las familias que se transformaron notablemente a partir de la Ley de divorcio y la creciente de hogares encabezados por mujeres. La Ley de matrimonio igualitario permitió la legalización de diversas configuraciones familiares que actualmente no encuentran la posibilidad de ejercer sus derechos ante una ley heteronormativa.

Además los mercados laborales se tornaron más inestables, sobre todo en las décadas de los ‘80 y ’90 que supusieron ajustes en la capacidad de los Estados de proteger el bienestar de la sociedad.

Con Estados en franca retirada, aumentaron los niveles de pobreza, la informalidad en el empleo y la desocupación, y los hogares tuvieron que sustentar con más cantidad de proveedores de ingresos a las economías familiares. Esto hizo que las principales encargadas del cuidado, las mujeres, debieran trabajar realizando una doble, hasta triple jornada laboral.

Lo que sucede si el Estado no tiene una política integral de cuidado

 

Eleonor Faursocióloga por la Universidad de Buenos Aires y doctora en Ciencias Sociales por Flacso-sostiene que se deben tener en cuenta varios factores a la hora de modificar la ley:

«La corresponsabilidad del cuidado entre el Estado, el mercado y las familias varía de acuerdo a la densidad que la presencia del Estado tiene en determinado lugar y cuál es el poder adquisitivo de las familias que allí residen. No existe un único modelo ni régimen de cuidado. En los barrios que no disponen de jardines maternales o servicios comunitarios para menores de 4 años, es la familia la que cuida. Esto restringe las posibilidades de participación en el mercado de trabajo de las mujeres cuyas familias cuentan con presupuestos sumamente ajustados, lo que contribuye al ciclo de reproducción intergeneracional de la pobreza.´´

En la actualidad la Ley dispone que aquellas empresas con más de 50 empleadas mujeres deben contar con un servicio de cuidado. Sin embargo, son pocas las empresas que lo cumplen, algunas ofrecen reintegros para que puedan contratar los servicios. «Creo que hay que cambiar esta legislación, adecuarla para que si el trabajador varón es el que está en el sector formal y la empresa que lo emplea tiene un servicio de cuidado, pueda llevar a su hijo o hija a ese lugar´´ sostiene Faur y agrega que también es preciso repensar la extensa duración de las jornadas laborales, ya que son herederas del modelo de varón proveedor y mujer ama de casa.

Sobre el proyecto de Ley anunciado por Mauricio Macri

El pasado 8 de Marzo en el discurso por el Día de la Mujer el presidente Mauricio Macri afirmó «en un mundo de iguales, tampoco hay razón para que los padres compartamos tan solo dos días en el momento del nacimiento de nuestros hijos. Sabemos lo importante que es estar en familia en esos primeros días´´. Allí comunicó un proyecto que extiende la licencia por paternidad hasta 15 días.

Mauricio Macri: «No podemos permitir que una mujer gane menos que un hombre»

Sin embargo las críticas llegaron rápidamente ya que el proyecto alcanzará sólo a trabajadores en relación de dependencia en el sector privado y no incluiría al sector público, monotributistas, autónomos ni trabajadores informales.

Si bien la reforma laboral acordada entre el Gobierno y la CGT anunció cambios posicionándose a favor de la equidad de género no habrá una real adaptación de las licencias parentales a los pisos mínimos exigidos por la Organización Internacional del Trabajo, ni a las familias igualitarias. No se promueve una real política social de cuidado repartida entre las familias, el estado y las empresas. Y no se tiene en cuenta a las trabajadoras de casas particulares, que son la mitad de las trabajadoras informales en la Argentina.

Tampoco se aborda la desocupación de las jóvenes menores de 29 años ni la inequidad del trabajo doméstico para mujeres y adolescentes. Y tampoco se pide la implementación del cupo laboral trans.

El pedido histórico del movimiento de mujeres

 

El actual sistema refuerza los estereotipos de género que afectan a las oportunidades laborales de las mujeres y excluyen a las familias diversas y/o adoptivas; sin embargo no cualquier reforma puede modificar esta situación. Es por ello que se requiere una política real de cuidado en donde sean responsables tanto el Estado como las familias y el mercado. La histórica frase de Kate Millet «Lo personal es político´´  explica que las mujeres no se han dedicado por »amor» al cuidado de sus familias sino por un rol asignado por el Estado y la cultura. Han servido gratuitamente durante años y han perdido derechos y posibilidades reales de vivir en igualdad de condiciones frente a los varones.

Por otro lado, los padres no han tenido la posibilidad de entablar un vínculo tan potente como las madres ya que han sufrido el desapego durante los primeros años de vida. Han tenido que atravesarlo para trabajar extensas jornadas laborales y cumplir con el estereotipo de hombre proveedor.

Las organizaciones de mujeres reclaman políticas integrales de cuidado basadas en la paridad y la corresponsabilidad, la ampliación de licencias por paternidad fundamentalmente a las parejas del mismo sexo, jardines en los lugares de trabajo y/o su pago total, lactarios y guarderías estatales.

Todos reclamos fundamentales para asegurar la equidad.