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viernes 26 de abril del 2024

Toto y Pelusa

Nico y Toto, Dujovne y Caputo, mostraron impericias lógicas de unos amateurs. No por las decisiones económicas, solamente, sino por la forma en que se comunicaron todas las medidas en la semana más difícil para el gobierno de Macri.

No fue nunca todo color de rosas, pero el mercado tiene estas cosas. Parece todo tranquilo y de repente una medida, una decisión, una resolución te tumba todas las estanterías a la vez y tenés que empezar de cero. El déficit primario en alza, la balanza comercial negativa, el contexto internacional desfavorable y un golpe de timón ausente conformaron un combo explosivo para el gobierno de Cambiemos.

El problema es de comunicación y, fundamentalmente, político. No hay conducción en materia financiera y eso se nota. Todos opinan, nadie tiene la última palabra. Primero fue el turno de la salida de Alfonso Prat Gay, el gradualista. Luego fue el espacio para los de confianza, con la cuchara de Marcos Peña desde afuera. Y la decisión del 28 de diciembre de generar un descenso paulatino de las tasas hizo que se haya generado el caldo de cultivo que terminó con esta semana de incertidumbre.

Para colmo, lejos de poner paños fríos, llamamos al Fondo Monetario Internacional (FMI) para pedirle consejos y ayuda financiera. Se habla de una toma de deuda al 4% sobre un capital de 30.000 millones de dólares. Casi el total de las reservas del Banco Central. Pero el problema no sería ese, sino las condiciones que impone el FMI ante cada participación. Leyes laborales, ajuste, cosas que ya vimos los argentinos.

Aranguren tiene la guita afuera, y dice que no la trae porque no confía. Los ministros de Hacienda y Finanzas lo mismo. Y el problema no es ese. El problema es que el presidente no los echa de sus cargos automáticamente. Falta muñeca política, y huevos para hacer algunas cosas que claramente no quieren, o no pueden.

Los mercados liberados a su ley generalmente son grandes dolores de cabeza para cualquier Nación. El libre mercado no funciona ni siquiera en Estados Unidos. Pero nosotros, los argentinos, siempre queremos ir en contra de la corriente, inventar de nuevo la pólvora, o no sé qué.

En medio de esta maraña, las inversiones no llegan, y con las tasas al 40% no llegarán. La economía sigue fría, los puestos laborales nuevos prometidos no llegan y el gobierno sigue corriendo siempre detrás de la zanahoria de las necesidades cotidianas y no puede hacer pie para desarrollar las políticas que tenía pensadas.

La primera decisión tiene que ser esa: que Toto y Nico dejen su lugar a una personalidad de fuste, con pasado en el tema y probada trayectoria en materia de economía pública. Que genere seguridad no solo en los mercados, sino también en el pueblo. Corren el riesgo, después del paso de comedia de hace unos días, de ser los cómicos que vimos en los memes de las redes sociales cuando los dos se llamaban por sus apodos y no sabían bien qué hacían frente a las cámaras.