Por Aquiles Cadirola
Descanse goleador, recargue las pilas con la familia, relájese con la pesca que tanto disfruta y vuelva en enero. La cinta de capitán, la 9 y el túnel del Gigante lo esperan. Este es sin dudas el pensamiento de una gran mayoría de hinchas de Central tras el anuncio de Marco Ruben, quienes desean que sólo sea una pausa, un punto y seguido y no un punto final. Y si lo es, no queda deuda por saldar, porque a los que lo aman ya los hizo muy felices con sus goles de todos los colores y aún más cuando lo vieron con una sonrisa de oreja a oreja por estar en la que siempre será su casa. Los mismos que derramaron lágrimas por sus peores momentos personales, como así también cuando decidió partir a Brasil luego de lograr su ansiado título y ni hablar ahora que comunicó que al menos hasta fin de este olvidable 2020 ya no va a jugar.
Es que incluso con detractores, que los tienen hasta los más grandes del mundo, el de Fray Luis Beltrán es el ídolo auriazul por excelencia en estos tiempos y ya tiene su lugar ganado entre los más grandes de la historia de Central. Sus números, 81 goles en 214 presencias, cuatro de ellos en clásicos y la frutilla del postre, la conquista de la Copa Argentina 2018, ya lo transforman en un nombre trascendente para el club de Arroyito, aunque la figura de Ruben genera mucho más que eso, los hinchas aman verlo sonreír, verlo disfrutar por cada triunfo importante, llorar como un nene en Mendoza cuando por fin alzó el trofeo que tanto se le negó. No hay muchos casos similares de alguien que cale tan hondo en el corazón de miles y miles.
Ídolos, Central tiene varios y por logros unos cuantos están por encima de Marco. Sin embargo, para buena parte de la más reciente generación de canallas, el 9 reúne quizás muchos más condimentos que hace que trascienda, que supere todo tipo de barreras o valoraciones del amor de un hincha para con un jugador. No por una estadística ni encuesta, solo por caminar Rosario, por conocer la idiosincrasia del fútbol de la ciudad y por cubrir durante más de una década al Canalla, sé que hoy los pibes quieren ser Marco cuando le patean al papá en una plaza o el patio de su casa. Todos quieren meter un gol en el Gigante y salir a gritarlo de cara a los hinchas haciendo el avioncito con una amplia sonrisa en la cara.
Entonces, toda una generación sueña con que se trate de un hasta luego, con que el goleador que tanto se alimenta de sus afectos, recargue energías y en enero vaya por su cuarta etapa en el club de sus amores. Es la misma generación que le perdona los errores que haya tenido como por ejemplo cuando expuso públicamente sus diferencias económicas con los dirigentes, y los mismos que valoran el gesto que tuvo en su último regreso y el hecho de no querer renovar su contrato cuando no hay certezas acerca de la fecha de regreso del fútbol en el país. Por eso, prefirió ponerle punto final a las dudas, a los rumores, a la incertidumbre y anunció el paréntesis en su carrera. Generará, como siempre, opiniones a favor y en contra, pero su comunicado llegó a tiempo.
Como todo lo que está relacionado a las decisiones de Ruben, meditadas muy para sus adentros y con extrema injerencia personal y familiar, es muy difícil saber qué hará cuando llegue fin de año. Lo que está claro es que si hay un poco más del capitán en Central será un plus, un bonus track para los canallas que lo aman y, que insaciables, siempre querrán gritar algunos goles más del ídolo y hasta los más soñadores lo imaginan superando al Patón Bauza, el Matador Kempes o al Torito Waldino Aguirre para ser el máximo artillero de la historia. Sin embargo, para todos ellos todo eso no hace falta, no hay deudas, ya está hecho: todos quieren lucir la 9 de Central y ponerle Ruben a su camiseta, todos los pibes y todas las pibas quieren ser Marco.
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