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viernes 19 de abril del 2024

Ser, sentir, desear y amar, un mapa de la diversidad

Por Silvana Savoini, sexóloga.

Variedad, desemejanza, diferencia, abundancia, gran cantidad de varias cosas distintas. Así define la Real Academia Española al término diversidad. La sexualidad consiste en la cualidad de ser sexual, de poseer capacidad sexual. Los biólogos dicen que la sexualidad de los elementos reproductores determina el sexo del individuo (entendido como sexo biológico). Pero la palabra sexualidad también remite en el ser humano a la capacidad para experimentar sentimientos sexuales. En ese sentido, se aleja de lo biológico e implica la presencia de componentes emocionales y cognitivos que habilitan el erotismo.

Gerard Zwang (1972) definió la función erótica como el ejercicio consciente del placer sexual. En ese sentido, es una cualidad privativa de los humanos, tanto como lo es la capacidad simbólica y el lenguaje, lo cual nos diferencia cualitativamente de otros seres sexuados.

El comportamiento sexual humano implica la interacción de variables psicológicas, biológicas y sociales integradas delicadamente en su complejidad. Describir el comportamiento sexual de una persona requiere pensar en su identidad, orientación y respuesta sexual.

El género es una categoría de análisis histórico, un constructor social que incluye pero excede a la salud sexual y reproductiva entre otras variables de gran complejidad. Esto implica entender lo femenino y lo masculino desde su interrelación, y no como una consecuencia directa de la biología.

El sexo biológico se conforma por características estructurales y funcionales. Es un hecho biológico, anatómico, que plantea una dicotomía excluyente, la de ser macho o hembra. Desde la fecundación y hasta el nacimiento, se presentan variables de sexo cromosómico, gonadal, hormonal (por el rol organizador de las hormonas sexuales durante la vida intrauterina), para arribar a la morfología de los órganos internos de reproducción y a la morfología de los genitales internos y externos.

En el nacimiento se realiza una asignación de sexo en función de la morfología de los genitales externos. Este hecho tiene consecuencias psíquicas, sociales, jurídicas y demográficas.

A partir de la pubertad se desarrolla un dimorfismo somático (diferencias corporales entre uno y otro sexo biológico) derivado de los caracteres sexuales secundarios que se manifiestan a partir del papel activador de las hormonas sexuales que también comienzan a modular la conducta sexual.

¿Quién soy y cómo me siento?

El Sexo Biológico no determina la Identidad de Género de una persona. En nuestro país la Ley 26743 de Identidad de Género la define de la siguiente manera:

 Se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género, como la vestimenta, el modo de hablar y los modales.”

A partir de esa noción podemos encontrar, según la coincidencia o no con el Sexo Biológico:

  • CISGÉNERO: Persona en la que existe una congruencia entre el sexo biológico y la identidad de género.
  • TRANSGÉNERO: Persona en la que no hay congruencia entre el sexo biológico y la identidad de género.

Entendemos entonces que la Identidad de Género es la vivencia de sentirse varón, mujer o incluso no sentirse representado por ninguno de ambos géneros en términos binarios. El Rol de Género es la expresión pública de la experiencia privada de Identidad de Género. Existen estereotipos de rol que generan ciertas expectativas de rol de género que afortunadamente se están desdibujando en función de una mayor equidad.

¿A quién deseo? ¿Quién me atrae? ¿A quién amo?

Otro elemento que integra la identidad sexual de una persona es su Orientación Sexual. La orientación se define en función del género de la/s persona/s a quienes se orienta el deseo, atracción, o amor. Es decir, a quiénes elegimos para vincularnos sexo-afectivamente. Esto implica pensar de qué género son las personas que activan nuestra respuesta sexual.

En ese sentido, pueden experimentarse al menos estas orientaciones:

  • HETEROSEXUALIDAD: Sentirse atraídos por personas del sexo opuesto al de la propia identidad de género.
  • HOMOSEXUALIDAD: Sentirse atraídos por personas del mismo género que el auto-percibido.
  • BISEXUALIDAD: Sentirse atraídos de forma indistinta por varones o mujeres.
  • PANSEXUALIDAD: Sentir atracción por personas independientemente de su género, incluso por personas que no se sientan representadas por los géneros binarios.
  • ASEXUALIDAD: Existen fuerzas que intentan instituir la asexualidad como orientación en tanto sean personas que no sienten ninguna atracción sexual y que no desean ser patologizadas por ello.

Es tan diverso el modo en el que nos sentimos, nos vinculamos, nos excitamos y amamos, como diversa es cada persona en su subjetividad, única, singular, irrepetible. Tendemos a clasificar para pertenecer a categorías que nos ofrezcan una falsa percepción de seguridad. No importa tanto dónde cuadres en verdad, siempre habrá un lugar porque vos, yo, y todos, somos igual de humanos.