Alfonsina Storni fue una poeta y escritora argentina. Nació en Capriasca, Suiza el 29 de mayo de 1892 y falleció en Mar del Plata el 25 de octubre de 1938. Los padres de Alfonsina eran dueños de una cervecería en San Juan, pero en 1891 regresaron a Suiza. Cinco años después volvieron a Argentina junto a la niña que había nacido en Capriasca.
En San Juan, Alfonsina realizó su primera etapa de la educación: el jardín de infantes. Después de atravesar la niñez, su familia se mudó a Rosario, donde su madre fundó una escuela domiciliaria y su padre instaló un café cerca de la estación de ferrocarril Rosario Central. Si bien Alfonsina comenzó a trabajar como moza en el bar de su padre, tiempo después se independizó y consiguió un trabajo como actriz.
En 1909 Alfonsina dejó su hogar para dirigirse a Coronda y terminar sus estudios. En aquella localidad se dictaba la carrera de maestro rural. La chica fue aceptada por su entusiasmo, no tenia certificado de estudios primarios y tampoco aprobó el examen de ingreso. La directora del establecimiento señaló que la escuela recién abría y necesitaba alumnos. La joven fue celadora por un sueldo de cuarenta pesos.
En 1910 empezó a realizar algunos viajes los fines de semana, pero alguien notó que la chica viajaba a Rosario. Una vez, en San Lorenzo, durante la celebración del aniversario de la batalla, le pidieron que cantara. En el escenario, Alfonsina cantó “Cavatina” y alguien del público afirmó que la joven cantaba en bares de dudosa reputación, lo cual generó risas para todos, menos para la chica.
En 1911 se trasladó a Buenos Aires y se hospedó en una pensión hasta el año siguiente. El 21 de abril de 1912 nació su primer hijo Alejandro; Alfonsina era madre soltera. Más tarde, madre e hijo se mudaron a una casa compartida con un matrimonio. Storni leía todos los avisos del diario, hasta que una buena vez, se encontró con una solicitud de Freixas Hermanos, una empresa que se dedicaba a la importación de aceite. Se presentó a la entrevista y era la única postulada entre cien varones.
En el examen se le solicitó que redactara una carta comercial y dos avisos publicitarios, uno de yerba mate y otro del aceite de la firma. Unos días después, Alfonsina se enteró que era la elegida. Cobraba doscientos pesos, a comparación del anterior empleado que cobraba cuatrocientos por ser hombre. En Caras y Caretas se relacionó con José Enrique Rodó, Amado Nervo, José Ingenieros y Manuel Baldomero Ugarte. Con este empleo, su situación económica mejoró, por lo que pudo realizar viajes a Montevideo, donde conoció a los escritores Juana de Ibarbourou y Horacio Quiroga, quien fue considerado su amante durante mucho tiempo.
En 1916 comenzó a publicar poemas y prosa en la revista La Nota. En dicha revista, estuvo a cargo de una sección permanente entre el 28 de marzo y el 21 de noviembre de 1919. En 1916, publicó “La inquietud del rosal”, un libro de poesías donde expresaba sus deseos como mujer y describía su condición de madre soltera sin ningún tipo de complejo. En un encuentro que tuvo con el poeta Félix Visillac le leyó los versos y él le propuso acompañarla a la imprenta de Miguel Calvello, quien aceptó imprimir el libro a cambio de quinientos pesos por quinientas copias, pero Alfonsina nunca pudo pagarlas.
El libro no tuvo una buena aceptación. La revista Nosotros le dedicó media página en marzo de 1916, diciendo “el libro de una poeta joven que no ha logrado todavía la integridad de sus cualidades, pero que en el futuro ha de darnos más de una valiosa producción literaria”. La publicación del libro le permitió ingresar a los cenáculos de escritores como la primera mujer en integrarlo. Con la ayuda del poeta Juan Julián Lastra y las colaboraciones de Caras y Caretas, le permitieron relacionarse con editores de la revista Nosotros que reunía a los escritores más conocidos.
En verano de 1935, Alfonsina descubrió que tenía cáncer de mama. Se encontraba en el mar cuando una ola fuerte y alta la golpeó en el pecho. Sintió un dolor muy fuerte y perdió el conocimiento. Allí descubrió un bulto en el pecho que hasta ese momento, no se había hecho notar. Ella deseaba vivir, pero no quería hacer los tratamientos impuestos por los médicos.
Un año y medio después de que su amigo, o tal vez amante, Quiroga se suicidara en 1937, Alfonsina comenzó a escribirle al mar en sus poemas. En 1938 le reveló a su hijo que el cáncer había tomado su garganta y otra vez se negó a someterse a una cirugía. El 18 de octubre se trasladó a Mar del Plata donde escribió el poema “Me voy a dormir” y el 22 de octubre lo envió a la redacción de La Nación.
El 25 de octubre, Alfonsina se dirigió a la playa durante la madrugada y apareció muerta en la mañana. Algunos quisieron darle un tinte romántico a su suicidio diciendo que la mujer había caminado hacia las profundidades del mar. La teoría más certera es que se lanzó hacia el agua desde una escollera.