Mientras Central transita las últimas fechas de la Superliga dando lástima y provocando vergüenza ajena, la búsqueda de responsables que «paguen» por las pésimas decisiones y la elección del nuevo entrenador parecen ser las actividades fundamentales componen la agenda canalla.
A esta altura ya sobran los adjetivos. La gran mayoría ya fueron reflejados por los propios hinchas mientras sufrían los últimos 90 minutos de un equipo sin alma ni fútbol. Cuarta derrota consecutiva, 11 goles recibidos y uno solo convertido son los números que representan el nefasto cierre de temporada de un plantel que ya se «comió» a dos entrenadores.
Sin embargo, el último cotejo, ya con DT interino en el banco, es el que le otorga un marco mucho más grave y preocupante a la situación. Ante un descendido Arsenal, que prueba juveniles para luchar en la B Nacional y trata de despedirse lo más decorosamente posible de la Primera División, Central otra vez se fue goleado y bailado. Como pasó en Paraná frente a Patronato o en Florencio Varela contra Defensa y Justicia, equipos sin historia ni poderío deportivo o económico se aprovecharon de un grupo de jugadores entregados y sin reacción.
Ni vale la pena hacer nombres propios ya que todos los que sumaron minutos el sábado ni siquiera tuvieron un ápice de amor propio o respeto por la camiseta. Todos, incluido un confundido Chamot al momento de declarar, son responsables de un nuevo papelón deportivo. Sin embargo, los propios hinchas de Central ubicaron en el mismo escalón que los jugadores y con una igual cuota de responsabilidad a los dirigentes.
Soberbios, erráticos, dubitativos, provocadores. La Comisión Directiva de Central que encabeza Raúl Broglia acertó la primer ficha que arrojó arriba del paño con un pleno (Coudet) y después despilfarro las ganancias y el margen conseguido con ese movimiento. Confiar en un DT sin experiencia y que despertaba más dudas que certezas fue el único mérito de un grupo de dirigentes que demostraron no estar a la altura.
Después, fueron todos pasos cruzados, decisiones contradictorias, mensajes peligrosos y escasa capacidad de gestión. A pocos meses de las elecciones, cuando todavía no se definieron los candidatos del oficialismo, toda la conducción parece debilitada y sin fuerzas. La autocrítica es inexistente y los movimientos internos no hacen más que alimentar las dudas.
Sin embargo, todavía les queda una decisión por tomar que puede modificar considerablemente el rumbo. Aún no se definió quien reemplazará al interino Chamot cuando termine la Superliga y pase el choque con San Pablo (sea victoria o derrota). Esa elección definirá el destino político y deportivo de la institución.
Por eso, la pregunta del título se aplica tanto al pasado como hacia al futuro. Los responsables del desastre futbolístico están a la vista y son fáciles de identificar. El elegido para tratar de torcer la historia todavía no apareció. Edgardo Bauza, Antonio Mohamed, Frank Kudelka son los primeros nombres apuntados.