Presidente de la Corte santafesina: “No se trata solo de más policías, patrulleros o tecnología, no es un problema cuantitativo»
El presidente de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, Daniel Erbetta encabezó este miércoles el acto de apertura del año judicial den los Tribunales provinciales de Rosario. Sobre la violencia en la ciudad aseguró: «En la desigualdad está la base del problema».
Del acto además participaron los ministros de la Corte Roberto Falistocco, Eduardo Spuler, Rafael Gutiérrez, María Angélica Gastaldi y Mario Netri. También estuvo presente el procurador general, Jorge Barraguirre. Quien no estuvo en este acto inaugural fue el gobernador de la provincia, Omar Perotti.
«Hoy estamos en Rosario, porque nuestra Corte provincial, cuya sede es la ciudad capital de Santa Fe, ha decidido llevar a cabo este acto de inicio del año judicial aquí en un momento y contexto muy especial. No sólo por el carácter simbólico que conlleva sino por el mensaje que queremos transmitir a toda la Argentina de que estamos juntos para dar cuenta de nuestro compromiso y vocación para asumir el grave problema que afecta a las y los rosarinos, especialmente a los más postergados y desprotegidos, y a comprometer a partir de esta fuerte presencia institucional todos los esfuerzos necesarios para cambiar este presente y proyectar un futuro con más derechos y en paz», explicó Erbeta en su discurso.
Asimismo, en la alocución, el presidente de la Corte indicó que “lamentablemente, Rosario presenta características especiales entre las que destaca que prácticamente más del 72 por ciento de los homicidios están asociados a economías delictivas o de organizaciones criminales, solo un 4,9 por ciento son en ocasión de robo, y cerca de un 80 por ciento se han cometido mediante el uso de armas de fuego, resultando que un alto porcentaje de homicidios, junto a extorsiones, balaceras y otros delitos han sido ordenados directamente desde las cárceles provinciales o federales”.
En tanto, reconoció que “como todo problema social obviamente quienes más resultan afectados por este estado de cosas son los mismos sectores más desprotegidos, tanto que la violencia letal se concentra en apenas el 13 por ciento del territorio urbano, en barrios donde predominan jóvenes desempleados a los que la cronicidad en la marginalidad junto a la falta de contención de un entorno familiar pauperizado les ha quitado toda perspectiva de futuro”.
“Es que en una sociedad postindustrial el desempleo no es solo un atentado a la subsistencia, sino, más grave aún, a la construcción de identidad. Y esto bajo ningún punto de vista supone equiparar pobreza con delito; hablamos de exclusión y marginalidad, que es algo distinto. Por su parte, el delito existe en todas las capas sociales, aunque se visibiliza más en sectores de menores recursos como consecuencia natural de la selectividad estructural de los sistemas penales”, amplió.
En tanto, Erbeta sostuvo que “la crisis de seguridad no es nueva, aunque tiene una marcada tendencia a agravarse y complejizarse. El delito y su control deben ser abordados en su conjunto y en término de procesos históricos. Por un lado, la policía, los fiscales y la justicia, también la cárcel; por el otro, los mercados locales de drogas, sus vinculaciones con los mercados legales y especialmente la dimensión financiera, el lavado, las armas y la violencia asociada a estos fenómenos”.
Sin embargo, analizó que “la violencia en Rosario no se explica, como erróneamente se pretende, por el narco; no es que no haya tráfico o que no necesitemos inteligencia criminal y capacidad de respuesta de las fuerzas y justicia federales”.
El problema de Rosario, “en términos de vidas humanas es el floreciente mercado local de menudeo de drogas, la tremenda violencia de las organizaciones que lo gerencian y los enormes déficits de una estructura policial fuera de tiempo que ha favorecido la connivencia de algunos integrantes de la fuerza comprometidos o directamente asociados a esas organizaciones criminales, tal como surge de numerosos procesos judiciales y sentencias de nuestros tribunales penales. Y aun cuando allí está la genealogía de esta complejidad, que no es nueva, sino que lleva años, lo cierto es que la pérdida de hegemonía de algunas de estas bandas y las permanentes disputas territoriales violentas nos enfrenta hoy a un escenario de bandas criminales polirubros, que aprovechan su expertice en el despliegue de violencia y el fácil acceso a armas y municiones, no solo para disputar el mercado interno de drogas, sino también para extorsionar a empresarios y comerciantes, usurpar viviendas y venderlas y cometer todo tipo de delitos”, detalló.
“En el escalón final la dimensión financiera de esta trama delictiva es clave porque las ganancias de esos mercados ilegales no se blanquean en la cárcel ni en los barrios que más sufren la violencia. Financieras, empresas de diversos rubros reciben el rendimiento económico generado con violencia, apelando a Sociedades de Acción Simplificada, fideicomisos inmobiliarios y hasta asociaciones mutuales, según surge también de las investigaciones criminales llevada adelante por nuestros fiscales” indicó el Presidente de la Corte Santafesina.
Para Erbetta, el actual estado de situación “obliga a reflexionar sobre una nueva lógica”. “No se trata solo de más policías, patrulleros o tecnología, no es un problema cuantitativo. Del mismo modo, tampoco podrá aprovecharse la designación de más fiscales federales si no se modifican sus procesos de trabajo, sistema de investigación y enjuiciamiento”, concluyó.
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