Nuevamente una performance de posporno conmociona un espacio universitario. No me ocuparé de dilucidar la pertinencia o no del caso. Lo que sí considero importante es señalar que el posporno nace para subvertir un orden, para evidenciar la circulación del poder que subyace a la industria pornográfica tradicional, como otra forma más de cuestionar estructuras sociales, políticas y económicas desde una perspectiva de género.
Desde ese punto de vista, no podemos negar que su irrupción en el espacio académico es un modo contundente de provocar un efecto disruptivo en los discursos que emergen de la usina formal de conocimientos, generando tensiones que convocan a reflexionar y, con un poco de viento a favor, transformar algo.
Para que el acto reflexivo ocurra, es necesario contar con alguna información más allá de lo anecdótico. Una vez leí el comentario de un colega, que, ante la Performance Posporno desarrollada en la UBA en 2015, expresó que se trataba de un experimento para ver qué le pasaba a la gente luego de ver porno, por eso “pos-porno”. Bueno, no es así, y me dispuse a escribir esta nota para enmendar algo del desconocimiento circundante y aportar unos mínimos y rudimentarios elementos para pensar.
Voy a transcribir literalmente, porque yo no podría expresarlo mejor, las palabras del filósofo y activista queer Paul B. Preciado (antes Beatriz Preciado) en una entrevista publicada por el blogspot español Parole de Queer[i], en la que conceptualiza:
“El movimiento posporno es el proceso de devenir sujeto de aquellos cuerpos que hasta ahora solo habían podido ser objetos abyectos de la representación pornográfica: las mujeres, las minorías sexuales, los cuerpos no-blancos, los transexuales, intersexuales y transgénero, los cuerpos deformes o discapacitados. Es un proceso de empoderamiento y de reapropiación de la representación sexual.”
Como movimiento político, asienta sus bases en pensadores como Judith Butler, Michel Foucault; artistas como María Llopis Navarro y toda una serie de autoras y escritoras del feminismo y las teorías Queer.
El término posporno fue utilizado por primera vez en la década del ’80 por el artista Wink van Kempen para referirse a una serie de fotografías de contenido genital explícito presentadas como parodia, con objetivo crítico. Luego la artista y actriz porno Annie Sprinkle le otorgó una dimensión cultural más amplia cuando lo aplicó a la presentación de su espectáculo denominado “El anuncio público del cuello del útero” en el que invitaba a los espectadores a observar sus genitales internos utilizando un espéculo ginecológico. El objetivo de esa sarcástica puesta en escena era llevar al absurdo el imperativo de máxima visibilidad del sexo femenino que impone la pornografía tradicional. De esta manera cuestiona a la pornografía como género cinematográfico de ficción que produce saberes sobre el sexo en función de representaciones normativas, orientadas a satisfacer la mirada masculina, heterosexual y machista.
Para Paul B. Preciado, “la pornografía es una potente tecnología de producción de género y sexualidad” que crea y normaliza modelos de femineidad y masculinidad en escenarios utópicos.
El feminismo tomó dos vertientes ante la pornografía:
- Feminismo abolicionista: representado por Catherine MacKinnon y Andrea Dworkin, (identificado con la mujer blanca, heterosexual, casta y de clase media) que reclaman al Estado la censura y represión de la pornografía que entienden como una forma de violencia contra las mujeres.
- Feminismo pro sexo o posporno: representada por lesbianas, trabajadoras sexuales y actrices porno como AnnieSprinkle, Verónica Vera, y otras, cuya estrategia es reapropiarse de las tecnologías de producción de representación sexual y placer.
A esas producciones posporno se suman luego los artivistas posporno, para quienes el uso del cuerpo y la sexualidad en espacios públicos es una acción política. El arte y el posporno no se orientan a activar mecanismos de producción de placer, sino a cuestionarlos e interrogarlos.
En diversas fuentes se destaca el film Herstory of porn, de AnnieSprinkle, quien a su vez es una de las firmantes del Manifiesto Ecosexual que a través del amor propone una relación más mutualista y sostenible con la Tierra. Autodefinidos como acuófilos, terrófilos, pirófilos y aerófilos, los ecosexuales postulan una comunicación erótica con la naturaleza a través de los sentidos.Los SexoEcologistas, investigan los lugares en donde se cruzan la Sexología y la Ecología en nuestra cultura. El compromiso Ecosexual promete amar, honrar y cuidar de la Tierra hasta que la muerte nos acerque para siempre.
[i]http://paroledequeer.blogspot.com.es/2014/01/entrevista-con-beatriz-preciado.html