Cada 30 de noviembre en Argentina se celebra el Día Nacional del Mate, según quedó establecido por la Ley 27.117, sancionada en 2014 y promulgada en 2015. La fecha elegida es en conmemoración del nacimiento (en 1778) de Andrés «Andresito» Guacurarí y Artigas, prócer de la provincia de Misiones que fomentó la producción y comercialización de la yerba mate.
El mate, infusión de origen sudamericano, es considerado tanto una bebida como una costumbre social, de acuerdo a la tradición de más de cinco siglos que se le acredita, y la forma en que se lo prepara y cómo se lo toma varía de acuerdo con el gusto y a la idiosincrasia de la zona donde se lo consume.
La tradición iniciada por los aborígenes guaraníes que habitaban el actual territorio de Paraguay, noreste argentino y Uruguay antes de la conquista española sigue en el siglo XXI más vigente que nunca. Pero existen distintas formas de prepararlo y beberlo en cada país.
“El mate, como el fútbol y el asado, son pasiones para los argentinos. Pero en el mate la diferencia radica en que es lo más auténtico que tenemos, ya que el árbol de la yerba mate es originario de esta zona y se cultiva en nuestro país”, define un
El mate argentino con respecto al del resto de la región, es que aquí se consume yerba elaborada con palos, y con un estacionamiento prolongado, lo que genera un sabor diferente si se lo compara con la yerba mate de Brasil, Paraguay o Uruguay.
El estacionamiento es la última etapa del proceso de manufacturación de la yerba, previo a la molienda y el envasado, y antes se la somete a dos instancias caloríficas: el sapecado, que se realiza en seco o con agua para impedir la oxidación de las sustancias tánicas de la hoja, y el secado, por el que se le quita toda la humedad.
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