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martes 16 de abril del 2024

¿Por qué brillan las manzanas?

Las manzanas que brillan son las que más atraen nuestra atención a la hora de elegirlas en la verdulería o en el mercado, pero ¿por qué brillan? ¿El brillo de la cáscara es señal de que son más saludables o deberíamos pelarlas?

Según el Antiguo Testamento y el Corán, Adán y Eva fueron los primeros humanos que habitaron y poblaron la Tierra. Ambos vivían en el Paraíso. Podían comer todos los frutos del huerto, menos los provenientes del árbol de la ciencia, del bien y del mal. El resto de la historia es conocido: la serpiente tentó a Eva, que comió el fruto prohibido y ella, viendo que era «bueno para comer y agradable a los ojos”, se lo dio de comer a Adán. Resultado final: todos fueron expulsados del Paraíso.

El dogma y la tradición nos dicen que la serpiente representa el mal y que el árbol de la sabiduría era un manzano. Pero hoy sabemos que estos reptiles ayudan a controlar las poblaciones de roedores de todo el planeta y las enfermedades que transmiten y, actualmente, los historiadores consideran que la fruta mencionada en la Biblia no fue una manzana, sino que se trató de un error de traducción. Así que la fruta prohibida no fue necesariamente una manzana. Por el contrario, la manzana fue tan importante para la humanidad, que su nombre en latín, “pommum”, se usaba como una denominación genérica, para llamar así a todos los frutos.

La cera, una sustancia natural

Hace unos años se difundió la idea que la cera que cubre naturalmente la cáscara de las manzanas era tóxica. Además, se mencionaba que el agregado de ceras a la superficie de la fruta para darle brillo era dañino para la salud. El consejo que acompañaba la supuesta campaña, difundida por unos videos “viralizados” por las redes sociales, era “pelar la manzana”, es decir, sacarle su cáscara antes de comerla.

A diferencia de lo mencionado, la cera, una sustancia sólida de color blanco o amarillo, resultante de la unión de un ácido graso y un alcohol, está ampliamente distribuida y cumple muchas funciones en la naturaleza, sobre todo en los papeles de protección. Así, las abejas la usan para fabricar las paredes de sus colmenas, los denominados panales, donde acumulan polen y miel, y la abeja reina deposita los huevos que darán origen a sus descendientes.

En las aves marinas, como el pingüino, existe una glándula ubicada cerca del extremo de la cola que produce una cera, que el ave distribuye con su pico y que ayuda a mantener impermeable su plumaje. Incluso, el ser humano produce una cera amarillenta segregada por glándulas que están en las paredes del conducto auditivo externo, que nos protege de infecciones e impide la entrada de sustancias extrañas en nuestros oídos.

Los vegetales no podían estar ajenos a esta protección que cubre hojas, tallos y frutos, y que evita la pérdida de agua por evaporación en las plantas. Las manzanas también tienen una capa de cera que, de forma natural, las cubre.

Esta capa superficial ayuda a mantener la firmeza de la fruta y la cuida de golpes y raspaduras. Además, la cera actúa como barrera para detener el ataque de insectos y hongos, y frenar los rayos de luz ultravioleta o UV, perjudiciales para todas las células. Algo así como el “protector solar” que usamos los humanos cuando tomamos sol. Como si todo esto fuera poco, la cera, además, refleja la luz visible y le otorga a las manzanas un aspecto brillante, que las hace más atractivas.

Muchas veces, después de la cosecha, las manzanas sufren un proceso de lavado y cepillado, lo que les quita la capa de cera que poseen naturalmente. Como ya hemos visto, para una mejor comercialización de las frutas, se busca que tengan buen aspecto y mayor vida útil, todas propiedades que les brinda la cera natural. Para evitar pérdidas de peso por evaporación, arrugas en la cáscara y degradación de los componentes, se utilizan los agentes de recubrimiento, es decir, ceras naturales que se obtienen a partir de insectos, como cera de abeja o de plantas, como cera de candelilla o de carnaúba. Estos agentes de recubrimiento se usan también en frutas como naranjas, limones, peras, granadas o melones. Se trata de compuestos seguros, que han sido aprobados por las autoridades sanitarias de cada país y que permiten que te comas una buena manzana con cáscara, sin riesgos para tu salud. Eso sí, hay que lavarla previamente para sacar la tierra y otros elementos, fruto del transporte.