Eileen Schmidt es una chef pastelera muy reconocida. Hace 15 años abrió su primera pastelería, que dio lugar a una cadena de locales. Pero además de su importante carrera, se destaca su gran historia de superación y de resiliencia.
“Soy pastelera desde la secundaria prácticamente, porque empecé cocinando y haciendo mermeladas y chutneys porque me quería ganar unos pesos, ¿viste? Entonces empecé así, haciendo mermeladas y chutneys. Estaba en primer año de la secundaria, me quería comprar un discman y empecé venderle a mis profesoras en los recreos”, expresó, al aire del programa El Puente, que se emite por Radio Mitre Rosario, Eileen.
Años después, el hermano de una amiga abrió un restaurante y ella comenzó a llevarle sus Lemon Pie, tarta de manzana, y otros productos.
Y si bien Eileen estudió y se dedicó a otras cosas, un día llegó el click: “Tenía 24 o 25 años y dije, ‘me quiero dedicar a la pastelería’. Estudié, me formé y ahí arranqué”, recordó.
No sólo eso, en medio de la crisis del 2001, ella pudo dar el salto. “Hasta ese momento lo que yo hacía era más casero, por decirlo de alguna manera. Y ese fue el boom, fue muy fuerte lo que pasó”.
Además, fue muy innovador para la ciudad. “Lo que yo hacía no había. Fue la primera pastelería que hubo en Rosario. Yo le puse pastelería y la gente venía y me pedía pastelitos. Porque no se conocía el concepto de pastelería en ese momento. Hoy todo el mundo sabe lo que es una cookie, un brownie, un muffin, pero en ese momento no se sabía”.
“Yo los vendía y la gente venía y nos miraba, viste, como raro. Así que para mí también fue bastante desafiante porque fue de alguna manera abrir un mercado y hacer conocer cosas que antes no había en Rosario”, amplió la pastelera.
Y seguido agregó: “Empezó un crecimiento muy grande y muy fuerte. Tuve tres locales, más el lugar donde producíamos, hice mucha tele, escribí mucho para medios gráficos también, hice radio. Fue lindo y desafiante”.
Pero ese boom, hizo un crack en su vida: “Fue un poco yo creo que el estrés de todo lo que pasó porque todo tiene un lado B. Todo esto que me pasaba que era tan lindo también generó muchísimo estrés. Y en medio de todo eso tuve cáncer de mama”.
“Esto fue hace 11 años -prosiguió-, en el 2013. Que ahí justo se había dado también, bueno, que había fallecido mi mamá, me había separado, mi empresa se había esfumado, se cayó todo lo que habíamos construido, había caído”.
Ahí, en esa situación comenzó a preguntarse por qué, a intentar buscar respuestas y entender lo que le pasaba. “Lo transité, fue un año de tratamiento durísimo, hice 16 ciclos de quimioterapia, cirugía, muchos meses de rayos”, señaló.
Ahora bien, “fue al mismo tiempo un despertar para mí. Porque fue un sanar de un montón de cosas, de replanteo de situaciones y de cómo uno quiere vivir”, reflexionó.