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viernes 26 de abril del 2024

Parejas en cuarentena: el aún más difícil arte de amar en aislamiento

Ya lo dijo Erich Fromm, amar es un arte, y solemos enfocarnos más en el objeto de amor que en la facultad de amar, como si encontrar a la persona adecuada fuese el problema.

Lo dijo también Aaron Beck, que con el amor no basta, no alcanza, no es suficiente. Una relación que pretenda sostenerse en el tiempo requiere de trabajo, dedicación y de una serie de cualidades que no provee el amor, que según el autor son: generosidad, compromiso, sensibilidad, consideración, lealtad, confiabilidad y responsabilidad…yo adicionaría empatía, aunque está implícita en alguna de ellas.

Y podemos agregar, tomando expresiones de Jorge Luis Borges, que requiere frecuencia, presencia…Traigo palabras de la conocida entrevista en la que Borges manifestó que: “la amistad no necesita frecuencia, el amor sí; la amistad puede prescindir de la frecuencia, el amor, en cambio, está lleno de ansiedades, de dudas, un día de ausencia puede ser terrible…

En estos días vi pasar un tweet que decía algo así como que el coronavirus viene a confirmar esto que decía Borges, que el amor necesita frecuencia…y sí, por supuesto que es un gran desafío permanecer en una relación para quienes les toca estar físicamente separados en este aislamiento. Pero cuidado, también será un desafío para quienes conviven con su pareja.

Por exceso o por defecto, la dinámica entre la presencia y las ausencias se ve descompensada por la cuarentena. Me dirán que hay parejas a la distancia, que hay parejas que están separadas físicamente por trabajo durante largos períodos, y que hay parejas que pasan todos los días de sus vidas juntos las veinticuatro horas, por supuesto que también las hay y las hubo siempre. Pero en uno u otro caso, de alguna manera han elegido, consensuado y decidido vivir su relación de esa manera. No sin dificultades, se han preparado mentalmente para ello.

En este caso, la presencia redundante o la ausencia lacerante, no eran parte del proyecto de pareja. Y si a esa condición vincular no elegida ni esperada, le sumamos las angustias y ansiedades exaltadas, propias del confinamiento obligado, la cosa es aún más compleja.

En los medios vuelve insistente la pregunta, habrá más separaciones a partir del aislamiento? Es probable que sí, sin hacer futurología, es probable que durante el aislamiento y en el período inmediato posterior, muchas relaciones sexo afectivas se disuelvan. Pero no sólo por la falta de contacto físico, que con un poco de inteligencia emocional puede sortearse a través de una fluida y eficaz comunicación virtual (con o sin sexting, valga aclarar). En algunos casos será porque la distancia otorga perspectiva y permite analizar mejor una situación vincular que cuando estamos inmersos en el torbellino de pasiones del encuentro. En otros casos, lamentablemente, será porque la circunstancia nos vuelve más vulnerables emocionalmente y sin querer rompemos lo más frágil aunque a veces sea al mismo tiempo lo más preciado.

Para las parejas convivientes, el encierro forzoso puede operar como tantas otras crisis del ciclo vital de la pareja (en este caso una inesperada), es decir, uniendo más o terminando de separar, según las fortalezas o el nivel de conflictividad previo de la pareja.

En algunos casos, se dará la paradoja de que el “aislamiento” sea una oportunidad de acercamiento para parejas que venían experimentando cierta lejanía o desconexión dentro del vínculo, sin tiempos para detenerse a reflexionar, a conectar, a dialogar mirándose a los ojos…tocar, mirar, amar, requiere un tiempo, una intimidad y un estado de relajación que a veces no nos permitimos en el trajín de la cotidianeidad. Entonces puede sorprender que este “encierro involuntario” propicie el reencuentro.

En otros casos, la misma circunstancia y el exceso de convivencia full time, precipitará el desenlace de situaciones que venían agonizando sin tiempo, sin fuerzas o sin coraje para una definición. La turbulencia de la crisis mundial favorecerá entonces la ruptura, ahora ineludible. Allí lo que cuenta es la decisión interna, que una vez tomada no siempre podrá ejecutarse de inmediato, ya que en tiempos de cuarentena se torna inaccesible gestionar un nuevo espacio para uno de los integrantes. Convivir pacíficamente, como adultos capaces de manejar las esperas, sería lo más saludable, en especial si hay hijos convivientes también.

En todos los casos, por exceso o por defecto de presencias, apelar a las fortalezas de la pareja y fundamentalmente, a la pregunta a las que nos remite toda crisis: nos seguimos eligiendo? Seguimos eligiendo a esa persona para ese vínculo amoroso o sexo afectivo? Tal vez ahora los motivos que nos llevan a elegirla sean diferentes a los motivos de nuestra elección inicial, pero mientras estén, podemos seguir intentándolo. Por el contrario, si la respuesta es que no elegimos más a ese otro como partenaire, ya no habrá lazo que pueda sostener esa unión.

Las situaciones extremas como las que estamos viviendo, nos ponen de cara a nuestras elecciones, proyectos, prioridades, a la configuración misma de nuestra existencia, y dentro de ella, el amor, el desamor, lo ideal, lo posible, en esa artesanía siempre inacabada del vivir.