Llega el invierno, el frío y con esto aumenta el riesgo de que los niños o adultos padezcan una otitis, es decir una infección en el oído.
Este incremento se relaciona con los resfríos propios de esta época que suelen ser de los meses más fríos. En ocasiones, los virus y bacterias ocasionados por los resfríos, llegan al oído medio y causan la infección. Es entonces cuando hablamos de otitis media aguda.
La otitis es una inflamación del oído causada, habitualmente, por una infección.
La trompa de Eustaquio que se encuentra entre el oído medio y la parte posterior de la nariz, tiene la función de drenar el líquido que se produce en el oído medio. La infección se ocasiona cuando esta estructura se ve bloqueada y en consecuencia, acumula el líquido, dando lugar a una disfunción tubárica.
“La detección es el primer paso para tratar la otitis o cualquier enfermedad de oído. Cuando la otitis afecta nuestros oídos se siente un dolor sordo y profundo que suele aumentar con el correr de las horas, acompañado de una sensación de oído tapado y deriva en una pérdida de audición momentánea, por eso, es importante proteger a los niños del frío, y evitar resfríos o catarros,” señala el Dr. Lucas Comelli, médico.
Existen distintos tipos de otitis media:
- Aguda: La otitis media aguda es la enfermedad infecciosa más común en la infancia -sobre todo en menores de 3 años- después de las infecciones virales de las vías respiratorias altas. Esta enfermedad provoca inflamación del oído medio, predominando un dolor muy agudo e intenso, e incluso puede generar una disminución auditiva mientras el cuadro permanece. Este tipo de otitis puede ser esporádica o de repetición.
- Subaguda: Se caracteriza por la presencia de líquido que sale de la cavidad del oído medio, de manera asintomática o con síntomas muy leves. Si este cuadro permanece más de 3 meses, la enfermedad pasa a ser crónica.
- Con Efusión: Se caracteriza por la presencia de un derrame líquido en el oído medio, de manera asintomática o con hipoacusia leve a moderada. Cuando este cuadro permanece más de 3 meses, la enfermedad pasa a ser crónica.
«Para disminuir el riesgo de padecer esta enfermedad, se recomienda no exponerse a cambios bruscos de temperatura, potenciar las defensas con una buena alimentación y utilizar bufandas y gorros para evitar la penetración del frío y/o microbios, además en especial, no abusar de los antibióticos ya que se puede generar una resistencia que reduzca o impida su efectividad», finaliza el especialista.
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