De cara al invierno y con temperaturas que ya son extremadamente bajas, los cuidados de la salud deben potenciarse. Sin embargo, más allá del abrigo extra que hay que llevar al salir de casa, es fundamental tomar otros recaudos.
La piel, el órgano más grande del cuerpo humano, es uno de los que se encuentra más expuesto en estas situaciones. Por su parte, la cara y las manos, son los que más daño pueden sufrir.
Más frío, piel más deshidratada
Si bien pueden ser muchas las razones por las que el frío causa estos problemas, hay dos principales.
Por un lado la vasoconstricción de los capilares (o estrechamiento del vaso sanguíneo), que hace que el organismo evite que el hombre pierda el calor necesario del cuerpo con estas temperaturas extremas, y ante este proceso genera la disminución del riego sanguíneo y así la piel recibe menos oxígeno y nutrientes, llevando a una piel deshidratada, con una lenta renovación celular.
Por el otro, la calefacción presente en los ambientes, hace que estos pierdan su humedad y se evapore por lo tanto el agua de la piel, haciendo que esta se reseque.
Recomendaciones
Frente a ello, a los cambios de temperatura, los vientos y la humedad presentes durante este periodo de tiempo, tal como indica la Dra Ana María Sassu, es fundamental seguir algunos consejos:
- Tomar abundante líquido: para mantener la piel naturalmente hidratada.
- Nutrir la piel con cremas o emulsiones hidratantes: que colaboren y eviten la piel seca y tirante. Es fundamental utilizar estas a la mañana y por la noche, pero también durante el día si la piel lo necesita.
- Limpiarse el rostro con leche o gel de limpieza hipoalergénicos.
- Usar desmaquillantes: para evitar futuras impurezas en la piel.
- Usar protección solar: todos los días, incluso en los que el cielo está nublado.
- Cuidar especialmente los labios: es una de las zonas más sensibles por lo que hay que incrementar la hidratación, utilizando bálsamos labiales a diario, tantas veces como sea necesario.
- Evitar fuentes de calor directas: no poner las manos en la calefacción al llegar de afuera, ya que el contraste es muy dañino para la piel. En este mismo sentido, evitar duchas con agua muy caliente, ya que también pueden provocar deshidratación cutánea.
- Utilizar humidificador: la utilización constante de este objeto ayuda a evitar el ambiente reseco que crean las calefacciones.
“El frío, el viento helado o la sequedad del ambiente provocada por la calefacción provocan problemas cutáneos como labios deshidratados, rojeces en las mejillas, irritaciones y sensación de tirantez, entre otros molestos inconvenientes. Por ello, es sumamente importante prestarle atención y dedicarle a este gran órgano los cuidados que necesita”, finaliza la Dra. Sassu.
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión