«Ricardo» era el dueño del prostíbulo. La primera declaración testimonial de la víctima identificada como B. así lo indica. «Ricardo nos guarda la plata, pero cuando nos tenemos que ir a nuestras casas, el nos da la plata», dijo en septiembre de 2016, cuando se inició la causa. Enrique Ricardo Dell’Ortto es el hombre, condenado como autor penalmente responsable del delito de trata de personas agravada a ocho años de prisión.
El 3 de octubre de 2017, el fiscal federal Flavio Ferrini solicitó la elevación a juicio, el cual tuvo lugar el pasado lunes y fue concluido durante el mediodía del miércoles, con Dell’Orto condenado. Inicialmente, al hombre de 60 años se lo acusó de ser el dueño y regenteador un boliche nocturno llamado Eros, ubicado en Laprida y Santiago del Estero, en la localidad correntina de Ituzaingó. Allí, la Justicia secuestró -en el primer allanamiento- elementos que confirmaron que en la vivienda a nombre de Dell’Ortto se llevaban a cabo maniobras de explotación sexual.
El informe de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX) fue contundente para llevar a Dell’Ortto a juicio oral: «Las situaciones y circunstancias socioeconómicas que relataron las mujeres han puesto de manifiesto dificultades y necesidades por las que transitaran sus grupos familiares (…). Las circunstancias mencionadas se constituirían en factores condicionantes que facilitarían la captación de las mujeres en el circuito prostituyente. En el caso del local allanado, todas las mujeres coincidieron en que su dueño y responsable era Enrique Ricardo Dell’Ortto. Una de las mujeres expresó que Dell’Ortto tenía otros prostíbulos en otras provincias y que las iban rotando».
«Estamos investigando esta ‘rotación’ que Dell’Ortto les hacía hacer a las mujeres que tenía trabajando allí. Sólo contamos con las pruebas suficientes para asegurar que esa vivienda es de este hombre, pero la investigación continúa a la espera de encontrar otros domicilios que sean manejados por él», explicó el fiscal del juicio Carlos Scheafer a Infobae, quien se mostró satisfecho con la resolución, tras «haber solicitado esa cantidad de años para el acusado».
El primer allanamiento se efectuó el 17 de septiembre de 2016. La fachada contaba con un cartel amarillo sin inscripción visible y sin numeración a la vista. Un foco de color rojo, un portón abierto y un hombre detrás de la barra, identificado como Enrique Ricardo Dell’Ortto, sirviendo tragos, quien se refirió como «propietario del lugar». Dentro, tres mujeres: RSG., MV., y GIC, todas mayores de edad, sometidas al trabajo sexual desde las 22 hasta las 3 o 4 de la mañana de cada día.
«Las hacían trabajar de lunes a lunes. También eran sometidas a ingerir grandes cantidades de alcohol junto a los clientes. Las chicas debían abonar el alcohol que consumían. Era tan grave la situación que muchas de ellas no podían regresar a sus casas por el cansancio y el estado de ebriedad que mantenían a diario, por lo que se quedaban a dormir allí, en un sitio de condiciones infrahumanas. El dueño también vivía en el boliche», relató Scheafer.
En la causa se destacó un agravante: el abuso de situación de vulnerabilidad. Dell’Orto tenía el control total. Dirigía las relaciones de los clientes con las mujeres, ejercía un rol de autoridad, les suministraba lo que debían comer y hasta era el encargado de limpiar el lugar. «Una de las mujeres es paraguaya y estaba indocumentada. Era tal el grado de vulnerabilidad que pensaba que tenía 18 años, cuando en realidad constatamos que tenía 20″, sostuvo Scheafer.
La «custodia» del dinero por parte del Dell’Ortto, y la imposición del consumo de alcohol al realizar «copas», generó que las tres mujeres rescatadas no estuvieran en condiciones de llevar a cabo la contabilidad de su dinero, aprovechándose de su situación. Todas se iniciaron en el circuito prostibulario a temprana edad por problemas y situaciones familiares. Las tres poseen varios hijos, siendo las únicas a cargo de la manutención y el cuidado de los mismos. Y ninguna pudo terminar sus estudios primarios o secundarios.
M.V., una de las mujeres sometidas por Dell’Orto, declaró en el primer interrogatorio: «Hago pases (mantener relaciones sexuales con un hombre), el señor abre a las 10 de la noche y estamos hasta las 3 y media, la plata que cobramos es nuestra pero le damos algo por el uso de la pieza. Por ejemplo: por un pase cobro 400 y al señor le doy 50 por el uso de la pieza. Para la bebida se cobra 70 y nosotras agarramos 20… Los pases son en las piezas dentro del local y trabajamos ofreciendo servicios sexuales. Ricardo es el dueño del boliche».
R.S.G., otras de las víctimas, sostuvo: «A las 10 de la noche ingreso al local, todos los días menos los martes, a veces estamos hasta las 2.30 de la madrugada y si hay gente hasta las 4 de la mañana. Eso cuando hay fecha de cobro. Si hay más gente vienen más chicas, sino es un mínimo de dos o tres clientes por noche cada una. Hago copas y pases. Ricardo nos guarda la plata y cuando nos vamos nos da nuestra plata. Siempre hay chicas que vienen y se van, las van cambiando».
Debían cumplir horarios, limpiar las habitaciones y él guardaba la plata de lo que ganaban para entregarle una pequeña parte al final de cada noche. Cada tres meses se hacían un análisis de sangre y otro vaginal. «Este hombre, además de practicar el proxenetismo, se aprovechó de la vulnerabilidad y necesidad de las personas que trabajaban en este lugar. Es por eso que el delito que lo condena es el de trata de personas», ratificó el fiscal del juicio.
Según los documentos de la Comuna, el acusado solicitó la habilitación del local en 2005 y que un oficial de la Gendarmería que participó de los operativos precisó que los pases sexuales oscilaban entre los 400 y los 1.500 pesos. Se trata del quinto juicio por trata y prostitución que se desarrolla desde que se creó la Justicia Federal en Corrientes.
FUENTE: INFOBAE