Las dimensiones cognitivo emocionales implicadas en el erotismo, se construyen en el marco de los supuestos básicos subyacentes al discurso de cada sociedad en un momento determinado. La política de edades, la perspectiva de género y las políticas del deseo (moral sexual de la época), tienen un peso significativo en la configuración subjetiva de la erótica de la vejez.
Esto significa que para desactivar los mitos y tabúes vigentes en una sociedad respecto al erotismo en la vejez, debemos poner en tensión las creencias nucleares que los sustentan, refutándolas con conocimientos científicos y actualizados que aportan las diversas disciplinas.
El adulto mayor, se encuentra frecuentemente en situación de tener que reconfigurar su identidad narrativa, encontrando nuevos elementos para construir un relato que responda a la pregunta de “quién soy”, incluyendo la dimensión prospectiva (proyectarse a partir de las nuevas circunstancias vitales), y no sólo focalizándose en la valoración retrospectiva (enfocar en lo que fue, en lo que era).
Los mitos más frecuentes relacionados a la erótica de la vejez son:
“Los viejos no tienen sexo”
“Viejo verde y vieja loca”
“La vejez es sinónimo de pasividad, incluso sexual”
“En el varón, la vejez es sinónimo de impotencia o disfunción eréctil”
“La mujer vieja está seca”
“En la vejez no hay belleza”
Refutando los mitos, construimos una nueva cultura de la vejez y otra visión de su erotismo
“Los adultos mayores no tienen sexo”
Esta afirmación no tiene sustento ya que fisiológica y psicológicamente las personas pueden sostener actividades sexuales en todo momento de su vida. Nos referimos tanto a prácticas realizadas por una persona a solas, como la participación en un encuentro sexual con otra persona, e incluso los pensamientos y fantasías de índole sexual.
“Deseo sexual en la vejez: el “viejo verde” y la “vieja loca”
Estas expresiones parten de la falsa premisa de que los adultos mayores no deben experimentar deseos sexuales. Desde una concepción de la sexualidad centrada en la reproducción, no seria posible dar cabida al deseo sexual que en la adultez mayor queda claramente asociado al placer de forma exclusiva.
Por el contrario, y considerando además que el placer sexual es uno de los Derechos Sexuales, considerados Derechos Humanos Universales y Fundamentales, es evidente que los seres humanos tenemos derecho y posibilidad de experimentar placer sexual en todos los momentos de nuestra existencia.
“La vejez es sinónimo de pasividad, incluso sexual”
Estas creencias emergen de un modelo socio económico donde el protagonismo de los actores sociales está determinado por la productividad económica. De allí la noción de “activo” y “pasivo” como categorías de inclusión y exclusión social. Esta exclusión se evidencia también en el diseño de políticas públicas de Educación Sexual. Aun los más ambiciosos programas de Educación Sexual Integral en nuestro país, no tienen como destinatarios a los adultos mayores. Considerando que sólo vale la pena promocionar la salud sexual en niños, adolescentes y adultos jóvenes.
“En el varón, la vejez es sinónimo de impotencia o disfunción eréctil” y “La mujer vieja está seca”
Estos supuestos van de la mano de la ecuación que equipara vejez con enfermedad. Por supuesto que existen cambios fisiológicos indiscutibles en la vejez, que impactan sobre la respuesta sexual de varones y mujeres mayores. Pero esas modificaciones no significan que no haya respuesta sexual.
Cambios en la Respuesta Sexual
El hombre necesitará más tiempo y más estímulos para lograr una erección (signo visible de la excitación), la curva de respuesta sexual es más lenta y se incrementa el periodo refractario (tiempo que debe transcurrir entre una eyaculación y el inicio de una nueva fase de excitación sexual).
La mujer luego de la menopausia verá disminuida la propia lubricación vaginal y en la mayoría de los casos necesitará utilizar lubricantes artificiales para no sufrir dolor durante el coito o la estimulación en la vulva.
Habrá casos en los que las patologías o su farmacoterapia pueden generar disfunciones, pero no es la regla.
“En la vejez no hay belleza”
El concepto de belleza está fuertemente ligado a la noción de juventud en nuestra cultura. Basta ver que las escenas cinematográficas de atracción sexual, están protagonizadas por jóvenes. Tan incorporado tenemos este esquema perceptual, que cuando visualizamos esas imágenes representadas por adultos mayores, nos resulta chocante.
Lo cierto es que en todo cuerpo hay belleza, dependiendo de la mirada subjetiva de los ojos que lo ven. Reconfigurar los esquemas perceptuales, implica un cambio de paradigma. Esa transformación, está en manos de todos los actores sociales. Te invito a ser agente del cambio.
Iacub R. (2006) Erótica y vejez. Perspectivas de occidente. Piados. (2da.reimpresión 2011).
Masters, W, Johnson V. & Kolodny R. (1996) Eros. Los mundos de la sexualidad Grijalbo MondadoriSalvarezza, Leopoldo (comp. 1998) La vejez. Una mirada gerontológica actual. (2ª reimpresión 2005) Bs. As. Paidos