Raramente escuchamos hablar de los químicos que curan infecciones, protegen los cultivos o lubrican motores. Esto se debe a que a esos químicos los llamamos “antibióticos”, “productos fitosanitarios” o “aceites”, respectivamente.
El Consejo Argentino sobre Seguridad de alimentos y nutrición, (CISAN) destierra algunos mitos sobre los químicos y los alimentos.
Podemos tener una vida libre de químicos.
Todo, inclusive el aire que respiramos, el agua, los alimentos y nuestro mismo cuerpo, contiene sustancias químicas. Si la preocupación de los consumidores gira alrededor de la presencia de sustancias químicas en los alimentos, es recomendable conocer que todos los alimentos contienen químicos en su composición de manera natural (por ejemplo: agua, hidratos de carbono, proteínas, grasas, pigmentos, etc.) y, en muchos casos, también tienen químicos agregados.
Los productos químicos agregados por el hombre son peligrosos.
Existe una tendencia a creer que lo natural es “bueno” y “lo artificial” no. En realidad, la peligrosidad de un compuesto químico nada tiene que ver con su origen (natural o sintético). De hecho, hay compuestos de origen natural muy tóxicos (como la cafeína y la solanina de la papa) y productos sintéticos con muy baja toxicidad (como el teflón y el aspartamo).
Comemos frutas y verduras que contienen restos de sustancias químicas peligrosas para nuestra salud.
Este mito circula en relación a los productos utilizados para cuidar la salud y la calidad de los cultivos (también conocidos como agroquímicos, plaguicidas, pesticidas, etc.). Los productos fitosanitarios tienen un marco regulatorio para su experimentación, aprobación y uso que es de aplicación internacional. En Argentina este marco funciona en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), organismo que se ocupa de evaluar la seguridad de los productos fitosanitarios a través de un gran número de estudios diseñados para determinar sus efectos potenciales sobre la salud de las personas y animales, y el ambiente.
Los químicos en los alimentos pueden causarnos enfermedades.
Existen muchas más posibilidades de contraer una enfermedad o infección por la presencia de bacterias en alimentos, que por la presencia de una sustancia química determinada.
Se estima que el 50% de las enfermedades contraídas por ingesta de alimentos tienen origen en una higiene incorrecta de manos y utensilios, contaminación cruzada (mezclar crudos con cocidos) y el corte de la cadena de frío de ciertos alimentos.
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