Paola Borlini, terapeuta y especialista en psicodanza explica que «Nuestra cultura nos ha enseñado a esconder, inhibir, bloquear o reprimir nuestras emociones y esto es un error. Las emociones se viven, se sienten y a medida que las vivimos, las integramos».
«Como no hemos sido educados para gestionar inteligentemente las emociones solemos reaccionar psicológicamente frente al miedo desde el desconocimiento, es decir, no sabemos qué hacer con él ni qué carencias nos señala».
Cómo funciona el mecanismo del miedo
«El miedo forma parte de nuestra naturaleza, de nuestra personalidad, no podemos «no sentir miedo» ya que es la emoción que aflora cuando percibimos que estamos frente a una amenaza sin los recursos necesarios para enfrentarla, por lo tanto, es una emoción que enciende una «señal de alarma» indicándonos que tenemos un problema a resolver. Si la amenaza supera nuestros recursos surgirá el miedo» agrega.
Aquí hay que hacer una distinción entre el miedo biológico vinculado a una amenaza real, por ejemplo: estoy en la calle y escucho disparos. Y el miedo psicológico vinculado a una amenaza imaginaria: «tengo miedo a perder el amor de mi pareja».
La función biológica del miedo es protegernos ante el peligro real, desencadenando unas reacciones físicas que nos ayudan a luchar, paralizarnos o huir.
Los síntomas del miedo
«Cuando estamos ante una situación amenazante, nuestro cerebro reptiliano, que es el mismo que el del hombre del paleolítico, recibe un estímulo para activar nuestro cuerpo y “da la orden” a las glándulas suprarrenales de liberar adrenalina que provocará una serie de cambios físicos: dilatación de la pupila (aumenta la capacidad de visión en la oscuridad) sudoración (permite escabullirse y resbalar) taquicardia (el corazón bombea más sangre y obtenemos más energía para correr, trepar, saltar, etc) temblor (alertar a los miembros de la tribu la proximidad de un depredador) palidez (para pasar de ser percibidos) tensión muscular, gritos y una sensación interna de inquietud y alarma».
«El problema está en que el hombre prehistórico descargaba el miedo a través de todas estas reacciones fisiológicas. Pero en el mundo civilizado en el que vivimos padecemos más miedos del tipo psicológico.
El miedo biológico, si no le pones demasiada mente, se agota ya que sigue un ciclo natural: sube, se mantiene y decrece.
En cambio, los miedos psicológicos pueden no declinar jamás, manteniéndose todo el tiempo en lo alto de la curva, debilitando tu autoestima, tu salud ya que estarás en un estado continuo de estrés negativo e impidiéndote avanzar en tu vida».
CÓMO FUNCIONA EL MIEDO PSICOLÓGICO Y CÓMO PODEMOS TRASCENDERLO
Ejemplo:
1.- Percibes una amenaza.
2.- Se produce la reacción de miedo.
3.- La secuencia de emociones secundarias que se desencadenan frente a ese miedo pueden ser: impotencia, irritabilidad, autoritarismo, falta de confianza, etc.
La secuencia es muy importante, porque es lo que va a determinar que puedas transitar y atravesar ese miedo o que lo agraves. Aquí es importante observar que trato o «maltrato» le das a esa parte temerosa que ha reaccionado. Por ejemplo, si al tener miedo te sientes desesperado, cómo vas a acompañar a ese aspecto interno de ti mismo que perdió la esperanza, la confianza o la tranquilidad interna.
Interrogantes que desencadenan el miedo
Preguntas que puedes hacerte para reflexionar qué emociones secundarias se desencadenan frente al miedo:
¿Cuando tienes miedo cómo se ve dañada tu autovaloración?
¿Cómo se perturba la relación con los demás?
¿Te vuelves autoexigente contigo mismo y te obligas hacer aquello que te da miedo, exponiéndote sin compasión?
¿Te hablas menospreciándote, qué te dices?
¿Esperas que alguien o algo desde fuera venga a rescatarte?
¿Tu voluntad se paraliza y no realizas ningún cambio?
¿Intentas por todos los medios posibles no sentir miedo?
¿Te precipitas con impulsividad contra el impedimento que tienes delante sin reconocer con qué recursos cuentas, terminando estrellada con más heridas que logros?
¿Aunque la situación pase, te quedas con rencor?
¿Te obsesionas con pensamientos dudosos que te agotan física y psíquicamente?
«El miedo se calma cuando reconoces que ha emergido dentro de ti un estado temeroso y lo escuchas estableciendo un diálogo amoroso con él, más allá de que te guste o no lo que siente. Es una gran oportunidad que vale la pena aprovechar para evolucionar. No escucharlo es luchar contra ti mismo. Mi recomendación es no intentes suprimirlo, escúchalo con respeto para asistirlo y atenderlo en lo que está necesitando, si no lo escuchas gritará hasta ensordecerte» detalla.
«Recuerda que la salud tiene que ver con la integración y para integrar necesitas aceptar. Respetarlo significa reconocer el derecho a su existencia y a partir de esta aceptación equilibrarlo.
Para ello, necesitas entrenarte en cambiar tu perspectiva mental, esto quiere decir, dejar de mirar lo que no te gusta de ti mismo como si fuera una pesada carga llena de negatividad y practicar una mirada más amplia, integrativa, sagrada y amorosa. Entendiendo que esos aspectos internos temerosos son una fuente valiosísima de información sobre ti mismo que te permite seguir autoconociéndote para crecer de manera armoniosa» agrega.
EJERCICIO DE INTEGRACIÓN: la silla vacía
1) Primero pon dos sillas una delante de otra, y siéntate en una de ellas.
2) Luego identifica concretamente qué te asusta (la soledad, la exclusión, el rechazo, el abandono, la burla, etc.)
3) Observa cómo es ese aspecto de ti mismo que siente ese miedo, lo llamaremos «tu aspecto temeroso». Visualiza con claridad y precisión cómo son sus características.
4) Imagina que ese aspecto temeroso está sentado delante de ti. Imagínatelo tal cúal como lo has descrito. En este momento, estás representando a tu evaluador interno, a esa parte de ti mismo que evalúa a tu aspecto temeroso. Observa qué reacción emocional tienes al verlo y qué opinas, díselo como si iniciaras una conversación. Por ej: «No tienes que sentirte así, eres débil, así no vas a conseguir nada, etc»
5) Una vez que te has expresado, cambia de silla y siéntate en la del aspecto temeroso. Imagina que puedes ponerte, por un instante, en su piel y observa cómo se siente al escuchar lo que el evaluador interno dice.
6) Fíjate, además, qué es lo que necesitaría recibir, en palabras y en acciones, de parte de su evaluador, para sentirse genuinamente ayudado, y díselo en voz alta. Ej: «Necesito que me digas que todo está bien, que no pasa nada, que aunque me equivoque lo vuelva a intentar, que a través del error aprendo, etc»
7) Continua este diálogo entre las dos partes, todo el tiempo que necesites, cambiando de una silla a otra, hasta que ambos personajes (el evaluador y el aspecto temeroso) recuperen el vínculo de cooperación amorosa y eficaz para avanzar juntos, constructivamente.
8) Recuerda que estás constituido por estas dos partes, una carente, que sufre y otra sabia y compasiva. Intenta familiarizarte con ambas para reconocerlas en tu vida cotidiana, cada vez con más facilidad y rapidez y así poder reconocer en qué momento estás actuando desde tu aspecto temeroso.
Cada vez que percibes una amenaza se activa la voz de un aspecto interno temeroso que te dice: «Algo te está asustando, por eso me activaste, ¿dialogamos?” Tu parte sabia te está dando la posibilidad de desarrollar un abordaje preventivo para que no te quedes atrapada en la curva del miedo. Suelta el pensamiento negativo y conecta con el optimismo y el cuestionamiento inteligente que te permite crecer libremente hacia tu bien-estar.
Convertir heridas en sabiduría
«Tu miedo, es tuyo, por lo tanto, solo tú puedes hacerte cargo de él. Responsabilizarte de tu miedo te permite decidir que vas hacer con él, mientras que atribuírselo a las acciones de los demás o circunstancias externas te deja sin opciones, ya que el comportamiento de los demás y las circunstancias que te acontecen están fuera de tu alcance.
Tú eres el creador de tu propia vida, tú decides que vas hacer con lo que te sucede. Esta propuesta te ayudará a crear un ambiente motivacional que te impulse a tomar el mando de tu vida para construir un mundo interno de felicidad y paz» concluye Borlini.
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