23°
martes 19 de marzo del 2024

«Con Julio hicimos que el ballet en Argentina sea popular»

Hay una premisa subyacente a cualquier relación :»cada pareja es un mundo». Ese es el supuesto que elige ella para situar la historia que le toca contar en el escenario junto a su esposo por estos días. «Los de afuera son de palo», se explaya. Es Patricia Baca Urquiza casada con Maximiliano Guerra desde 2007. Ambos aguardan este viernes el estreno mundial de «Fenómena Frida»,  dirigida por Marlen Puello, que tendrá lugar en Rosario. Claro que ese nombre femenino remite siempre a la artista mexicana Frida kahlo, con cuyo compañero, el pintor de murales Diego Rivera, supo conformar una dupla sin precedentes. Patricia será Frida y Maximiliano, Diego.

«Tenemos muchas cosas en común con ellos. Maxi y Pato somos artistas y muy teatrales. Todo es dramático entre nosotros, como diría mi hermana. Ellos también se manifestaban con cierta teatralidad en su vida personal», señala montada sobre sus altísimos tacos- aguja negros de charol. Baca Urquiza alega cierta identificación con el binomio Rivera- Kahlo, emblemático a nivel mundial.

«Nosotros somos igualmente emblemáticos», bromea él sin interrumpirla y prosigue mientras hace un gesto con las manos: «Se mostraban ante la sociedad como lo transguesores que eran.  Tenían esto de codearse con la gran élite y con lo popular. Él le pedía consejos para tomar decisiones y ella dependía de él por sus dolencias pero también desde lo artístico. Después se independizó… Él le enseña a caminar y después la deja andar…», se explaya Guerra en consonancia con su par.

«Frida sufrió mucho con algunas infidelidades de Diego. Sin embargo era parte de un acuerdo entre ellos. En una pareja hay códigos. Hay veranos, otoños y primaveras. Los de afuera pueden opinar y sugerir pero nada más. Él no lo hacía porque era mala persona, sino porque formaba parte de su esencia. Más allá del nivel del nivel plástico, escenográfico, de luces y vestuario, el espectáculo invita a reflexionar sobre estos temas», amplía ella mientras él asiente con la cabeza.

Al ser consultado sobre su permanente trabajo por trasladar el ballet a espacios populares, Guerra, con el cabello atado por una media- cola, responde contundente: «La cultura es de todos y el ballet es parte de la cultura. Dentro de nuestra sociedad hay ciertos pruritos a la hora de ir a ver esta danza, entonces si Mahoma no va a la montaña…Hay que llevarle esto a la gente para que pueda apreciarlo. Eso fue lo que hicimos Julio hace muchos años. Hicimos que el ballet en Argentina sea popular», concluye con las inmensas columnas de mármol detrás de su figura.