En la jornada de hoy, como habían adelantado ayer voceros de la fiscalía, el testigo Ariel Lotito contextualizó parte de las escuchas ventiladas en la audiencia. Ante la mirada de las partes implicadas, fue expuesto el material probatorio seleccionado por los investigadores para comprobar que los acusados formaban parte de un grupo organizado, orientado a generar dineros ilícitos. Armas, municiones y propiedades que respaldan la teoría de que Los Monos tenían un enorme poder económico y una capacidad de choque superlativa.
La explícita decisión de lo defensores de desvirtuar todos los planteos acusatorios, por momentos parece una tarea imposible; hasta que hablan los policías que participaron del proceso investigativo.
Hoy por la mañana Lotito contó dos situaciones presuntamente circunstanciales en las que se cruzó a Guille Cantero y abonó la teoría de que las pruebas en contra de la banda de La Granada pueden estar manchadas por casos de corrupción. Por un lado, confirmó que participó del cumpleaños de 15 de una de las integrantes de la familia Cantero, como personal de seguridad del salón donde se realizó la fiesta —algo que había contado Monchi Machuca ante el tribunal el miercoles—. Incluso aseguró que ese día tuvo una charla amena con los cabecillas de la banda. La siguiente anécdota es más llamativa.
Según explicó el policía, la primera vez que vio a Guille Cantero tuvo lugar en «el 2000 y pico», cuando sin saberlo fue a instalar un aire acondicionado a su casa de Granadero Baigorria.
Cuesta creer que los acusados no hayan sido grandes exponentes de la estructura del hampa local. En ese aspecto parecen estar condenados de antemano. Pero esto no implica que los planteos realizados por la defensa sean erróneos.
En off, ninguna autoridad niega que el proceso legal esté repleto de grises. Lo que está por verse es cual de las posturas prevalecerá.