Miguel Lifschitz ha tomado como metodología de diálogo para la reforma constitucional el asado argentino con distintos legisladores de las fuerzas que componen ambas cámaras. Achuras, buena carne bien regada y charlas informales –y no tanto- para convencer a quienes tienen dudas al respecto. Por ahora, nada más que eso.
A veces la política es tan simple como eso: el convencimiento pasa por una buena comida, y a partir de allí se genera una camaradería necesaria para vincularlos a los políticos a una idea general que por su pensamiento no cuajaría. La reforma fue rechazada por muchos hace un año, y hoy ya no tiene tantos enemigos. Mucho tiene que ver este recorrido de cenas y reuniones con senadores y diputados.
Sigue teniendo algunos escollos difíciles de roer. Por ejemplo, el senador nacional Omar Perotti no está de acuerdo con la misma y se pone de punta contra la reelección. No quiere discutirla este año y opina, como alguna vez dijo alguien de Cambiemos, que debe darse durante el 2019 con las elecciones. El problema para el dirigente del PJ es que él no vota, y no tiene muchos legisladores locales que le respondan. Es solo una voz fuerte en contra, con poco margen de trabajo para evitarla.
Por otro lado, desde el Pro local insisten en que debe posponerse ya que el 2018 debe ser un año para trabajar en los temas importantes de la agenda política. “Lo que quiere la gente”, insisten, aunque jamás le cerraron la puerta. Depende de que Lifschitz lo convenza a Macri a partir de alguna negociación macro, que exceda a la voluntad de los políticos santafesinos.
Para Cambiemos no es lo mismo que el actual gobernador tenga o no la reelección, pero tampoco es algo que los mantenga en vilo. Según sus dirigentes locales, apuestan a seguir construyendo la fuerza y la marca Pro y para ello van a tener candidato propio. Lo cual hace pensar que tampoco van a querer ir a fondo con la puja que mantiene Corral con sus ex socios del Frente Progresista.
Los senadores provinciales peronistas están dialogando y dispuestos a escuchar. En otra columna ya avisamos que algunos pensaban que estaba bien, otros que más o menos y otros se mostraron reticentes. Pero lo cierto es que ya se comieron ese asadito que da el puntapié para el diálogo y las negociaciones están abiertas. Son 11 de un total de 19 en la Cámara alta y quieren dar un mensaje unificado antes de pronunciarse al respecto.
Desde el seno más íntimo del gobernador son optimistas con llegar a este año. Esto se va a definir entre mayo y junio cuando se sepa si arrancó el proceso de reforma o no. Consiguió el aval del partido y eso le dio envión, pero todavía les resta sortear el entramado de acuerdos con las otras fuerzas y hasta con sus compañeros de banca. Las reformas que se le deben hacer al texto son muchas y cada una tiene que tener un consenso general para poder avanzar.
La mesa ya está lista, falta que se sienten los jugadores clave para que se sirva el asado y se pongan a escribir las líneas generales para la reforma de la Constitución.