En vacaciones de invierno, los chicos pasan más tiempo en espacios cerrados, donde desarrollan actividades de recreación, pero también comparten vasos, juguetes, golosinas, chupetes y otros objetos que entran en contacto con secreciones, como la saliva y las gotas que emanan de la tos y los estornudos. En consecuencia, quedan más expuestos a enfermedades, no solo a las respiratorias, sino a otras más graves, como la meningitis, que tiene una alta tasa de mortalidad y que puede dejar secuelas irreversibles.
Es por eso que la vacunación se vuelve imprescindible para protegerlos, en especial a los más pequeños, que aún no tienen su sistema inmune completamente desarrollado.
Tal como señalan la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (PAHO), la meningitis es provocada principalmente por cuatro bacterias.
El estreptococo del grupo B (Streptococcus agalactiae) suele ser la que más afecta a los recién nacidos, mientras que los lactantes y niños más pequeños son propensos a contagiarse de los otros tres tipos: el meningococo (Neisseria meningitidis), el neumococo (Streptococcus pneumoniae) y el Haemophilus influenzae tipo B. Si bien la población pediátrica constituye el principal grupo de riesgo, los adolescentes y adultos también pueden contraer la enfermedad.
La enfermedad produce la inflamación de las meninges, es decir, de las finas membranas que recubren el cerebro y la médula espinal.
Síntomas del meningococo
Sus primeros síntomas pueden ser similares a los de una gripe, pero luego pueden aparecer manifestaciones propias de la afección, como cefalea intensa, vómitos constantes, rigidez de los músculos del cuello, alteraciones del estado mental y fotofobia, que es la sensibilidad excesiva a la luz.
El Ministerio de Salud de la Nación agrega que los lactantes suelen presentar irritabilidad, fiebre, falta de apetito, llanto intenso, un sueño más prolongado que el normal e inflamación en la fontanela, que es la región blanda de su cabeza.
Lo que convierte a la meningitis en un grave problema de salud es que sus síntomas se confunden fácilmente con los de otras patologías comunes, pero pueden evolucionar rápidamente a una situación crítica en un lapso de 24 a 48 horas.
“La enfermedad producida por el meningococo, el neumococo y el Haemophilus influenzae no es fácilmente reconocible en sus inicios y aún con tratamiento antibiótico puede dejar secuelas y provocar muertes”, explica Enrique Casanueva, jefe emérito de Infectología Infantil del Hospital Universitario Austral y docente de la Facultad de ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.
De acuerdo con el Boletín Epidemiológico Nacional, tras la pandemia de coronavirus, bajó la tasa de vacunación en la Argentina y, en consecuencia, los casos se incrementaron, lo cual demuestra que la inmunización es efectiva.
El receso invernal es un momento ideal para ponerse al día con las vacunas y las consultas al pediatra.
“Es muy importante que los niños y los adultos con factores de riesgo estén vacunados y con todas las dosis de acuerdo a la edad y condición clínica. Las dosis se deben completar aunque haya pasado la edad establecida por calendario. Siempre estamos a tiempo de prevenir la meningitis con vacunas que son seguras y efectivas”, afirma Casanueva.
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