La otra cara de la cuarentena: cómo viven los vecinos de Pichincha el cierre de bares cerveceros
Por Ignacio Pellizzón
Más de 1.200 personas alcanzó a tener el grupo de Facebook que crearon los vecinos de Pichincha y que, justamente, dio nombre a la unión virtual. Se convirtieron en noticia rápidamente por presionar a la exintendenta Mónica Fein para que tomara medidas urgentes sobre el descontrol nocturno en el barrio, y la falta de control y regulación de la mayoría de los bares cerveceros que florecieron de la noche a la mañana.
Pese a los incesantes reclamos y las medidas tomadas por la exfuncionaria, los vecinos, que se quedaron con gusto a poco, siguieron apelando a las redes sociales para visibilizar su reclamo. Así, fue que el conflicto entre los ciudadanos y los dueños de los pubs fue heredado por el actual intendente, Pablo Javkin, sin saber que se le venía encima una pandemia que iba a cambiar radicalmente el rumbo de las cosas.
A dos meses del aislamiento obligatorio decretado por el gobierno nacional por la pandemia del coronavirus, los negocios de Pichincha están prácticamente en banca rota, tal y como reflejó Rosario Nuestro en una nota. Se encuentran al borde de la cornisa con el dilema de cerrar para siempre o reconvertirse y apuntar a otro mercado. Así de crítica es la situación para el sector.
Cambio de paradigma
Atrás quedaron los enojos furibundos y la sensación de impotencia que reflejaban en los medios de la ciudad los distintos protagonistas de los reclamos. El coronavirus atrajo el espíritu más humano y solidarios de todos los vecinos que sienten profunda tristeza por la lamentable situación laboral que atraviesa el sector gastronómico producto de la pandemia. Así se lo hicieron saber a Rosario Nuestro.
“¡Cómo se te puede ocurrir preguntarme algo así! De ninguna manera. Acá somos toda gente que trabaja y con el trabajo no se juega. Nunca quisimos que cerraran ni que les vaya mal. Solo queríamos que respetaran nuestro descanso. Me enoja tu consulta. Que tengas buen día”, así respondió Sandra, una de las vecinas de Pichincha, a Rosario Nuestro sobre si estaban más contentos con los bares cerrados.
Willy Kramp, otro de los consultados, opinó que contento “no puede estar nadie”, porque se trata de una “tragedia mundial”. “El cierre de los comercios nos afectó a todos. Yo también soy autónomo y tampoco puedo trabajar, así que contento no puede estar nadie con este tema. Estamos muy compungidos por la cantidad de trabajadores que quedaron sin empleo”.
Sin embargo, con relación al descanso señaló: “Hemos experimentado lo que es descansar en paz, es totalmente diferente como se vive, sin el bullicio de la gente, sin la música, sin los bocinazos, las picadas, el ruido de la noche. Sinceramente se duerme maravillosamente. Con un poco de educación y respeto se podía lograr tranquilamente, como siempre dijimos”.
Víctor, también vecino de Pichincha, afirma que “nadie se pone feliz de que a nuestros semejantes les vaya mal”. “Nuestro principio partía desde la base de que queríamos dormir, descansar y que se cumplieran las normas con estrictos controles”.
Así mismo, desde lo particular con la cuarentena Víctor expresó que “ahora está mucho más tranquilo, como siempre tuvo que ser” y agregó: “Si estos comercios estuvieran trabajando y no ocasionaran ruidos molestos no habría ningún problema; sinceramente el tema que nos quejaba era el ruido, no quiénes trabajaban o dejaban de hacerlo”.
Finalmente, Gloria, otra de las vecinas consultadas por este medio, concluyó: “Dada la terrible situación que estamos todxs (SIC) viviendo prefiero abstenerme de responder”.
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