Durante su participación en el Congreso Argentino de Nutrición, que se llevó a cabo el pasado 23 de noviembre, la Dra. Mónica Katz, Médica Especialista en Nutrición, criticó el paradigma desde el cual se proponen políticas públicas para enfrentar el problema de obesidad que existe entre la población argentina.
Katz subrayó que desde 1997, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia de obesidad como un problema global. Sin embargo, el Ministerio de Salud de la Nación nunca ha reconocido a la obesidad como una enfermedad, por lo que en el país no hay políticas públicas que intervengan para hacer frente a esta enfermedad.
La especialista en nutrición recordó que 6 de cada 10 argentinos son obesos y ha habido un aumento de un 25% en estos últimos años. Abundó en que la propuesta del etiquetado frontal se enfoca más a un paradigma de conductas racionales cuando lo que en realidad pasa con la alimentación es que se trata de un tema emocional.
Las emociones tienen mucho que ver
Un estudio citado por Katz indica que las emociones como el estrés, la tristeza, el cansancio o la ansiedad están directamente asociadas con la alimentación, “no podemos seguir pensando que la gente come por hambre y deja de comer cuando tiene saciedad”.
De igual forma, señaló que “no es hambre vs no hambre, es la complejidad de la autorregulación de la ingesta humana. Entonces hay que capacitar a la sociedad en la autorregulación”.
La ley de Etiquetado Frontal
Por su parte, Susana Socolovsky, Doctora en Ciencias Químicas de la Universidad de Buenos Aires, indicó que el proyecto de Ley de Promoción de la Alimentación Saludable, también conocido como “Ley de Etiquetado Frontal”, pretende incorporar leyendas de advertencia para los edulcorantes no calóricos, sin embargo, esta propuesta puede confundir a los padres de niños diabéticos, ya que estos endulzantes están indicados para personas que viven con diabetes.
La Dra. Socolovsky explicó que “los médicos diabetólogos permiten consumir a niños con diabetes gelatinas o bebidas sin azúcar, por mencionar algunos productos, porque son una opción segura para que los niños puedan disfrutar de algo dulce. Sobre este punto, señaló que los edulcorantes no calóricos que se utilizan son seguros y están validados por autoridades internacionales, regionales y nacionales”.
Asimismo, apuntó que “diversos organismos internacionales han establecido que los edulcorantes no calóricos son seguros para todas las poblaciones, incluidos grupos especiales como ancianos, niños y mujeres embarazadas, dentro de los límites de sus respectivas ingestas diarias admitidas (IDA)”.
Además, señaló que “la relación del COVID con la obesidad y diabetes volvió a poner de manifiesto la importancia de tener opciones de alimentos con sustitución de azúcar y para esto, los edulcorantes no calóricos son una herramienta clave”.
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