Ariel «Tubi» Segovia pidió estar alojado en el Pabellón 8 de la cárcel de Coronda. Estaba en su dominios, rodeado de su gente de confianza, cuidado por detenidos que respondían a sus órdenes. Pero el pacto se rompió. El martes por la tarde tres o cuatro presos de su círculo íntimo entraron a su celda y lo redujeron. Le colocaron un cable a la altura del cuello y le sostuvieron las manos mientras lo apuñalaban hasta la muerte.
Con el homicidio consumado se quitaron la ropa y la prendieron fuego. Eliminaron gran parte de las pruebas y se sentaron a esperar que los guardias del Servicio Penitenciaro actuaran —tarde—.
Según aseguró su abogado defensor, Gonzalo López Ocariz, «Tubi» no temía por su seguridad. Días atrás había pedido su traslado al penal de Piñero —donde está alojada parte de la cúpula de Los Monos— pero no se esperaba un ataque por parte de su gente de confianza.
Mientras los funcionarios provinciales hablan de una batalla entre pistoleros, el homicidio de quien fuera uno de los Jefes de Barrio Municipal confirma para muchos conocedores de la interna que Rosario atraviesa una crisis narcocriminal.»Estamos en guerra y esto recién empieza. Todo indica que va a correr mucha sangre», señalaron a Rosario Nuestro diferentes investigadores.
