La actividad física y la alimentación se destacan entre una infinidad de conductas que previenen enfermedades como el cáncer y que también mejoran la evolución incluso ante el padecimiento de una dolencia.
El desarrollo habitual de actividad física disminuye el riesgo de muchas enfermedades como las relacionadas con la patología cardiovascular y también el cáncer, ya que, estudios lo comprobaron en casos de cáncer de próstata y el colorrectal.
La mencionada actividad puede ser variada y de distinta intensidad según la persona que la desarrolle e incluye caminatas, tenis y atletismo, entre otras, mientras que, en contrapartida, también está comprobado que el sedentarismo, la obesidad y las dietas ricas en carnes rojas y procesadas aumentan el riesgo de padecer cáncer colorrectal.
A modo de ejemplo, la actividad física luego del diagnóstico de cáncer colorrectal disminuye la mortalidad general un 38% mientras que, más específicamente, caminatas de 5 horas por semana disminuyen la mortalidad por el propio cáncer un 35%.
También existen datos acerca de que las dietas con alto contenido de carbohidratos en general y gaseosas azucaradas, luego del diagnóstico de cáncer colorrectal aumentan el riesgo de recurrencia de la enfermedad y su mortalidad.
En el caso del cáncer de próstata también la actividad física ayuda, ya que, realizando actividad de alto impacto (como correr) 3 horas por semana disminuye la mortalidad específica al 61%.
Además, en base a estos datos, se recomienda: actividad física de al menos 150 minutos por semana (de intensidad adecuada a cada persona), el consumo de al menos 2 frutas y 5 vegetales al día, y mantener el peso adecuado.
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