Elecciones en santa Fe: la estrategia de la unidad, el antikirchnerismo y el retorno de las figuras del Frente Progresista al modelo de poder
Por Eugenia Ludmer
El mapa político de la provincia y la ciudad se reconfiguró por completo tras las elecciones generales que se celebraron este domingo 10 de septiembre. Maximiliano Pullaro se convirtió en el gran ganador de una noche que transcurrió casi sin sorpresas. El frente Unidos para Cambiar Santa Fe se impuso con holgura en casi todas las categorías en disputa, salvo la de intendente de Rosario, en la que Pablo Javkin triunfó por apenas tres puntos contra Juan Monteverde, de Juntos Avancemos. Una diferencia que, al principio del recuento de votos, se vislumbraba como aun más acotada.
La estrategia de unidad a la que apeló la coalición Unidos desde el comienzo de la campaña proselitista, tras una interna más agresiva- sobre todo entre Pullaro y Losada-, produjo, indudablemente, un golpe de efecto en el electorado que se volcó, en su mayoría, a todos los candidatos: Clara García en Diputados, Ciro Seisas en el Senado y María Eugenia Schmuck en Concejales. Una distribución de poder que será, lisa y llanamente, concentración en favor del frente de frentes, conformado por quince partidos, con referentes de peso del radicalismo, el PRO y el socialismo.
Pasadas las 21.30 y tras el reconocimiento de la derrota de Marcelo Lewandowski, el Pullaro sereno de siempre- aunque, esta vez, emocionado- subió al escenario montado en Puerto Norte, acompañado por su compañera de fórmula Gisela Scaglia, sus colegas de las demás categorías, el presidente de la UCR, Felipe Michlig, y hasta por Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, quien quiso capitalizar la victoria para pulir su vapuleada imagen nacional. Frente a un auditorio colmado de boinas blancas y cánticos al grito de «Alfonsín», el hombre de Hughes dijo que dejará la vida en la gobernación; se mostró empático con los santafesinos, se hizo eco de su «dolor y angustia» y le pidió a Dios claridad para tomar decisiones. Lo que seguro no le faltará es gobernabilidad: la mayoría en ambas cámaras parece garantizársela.
El exministro de Seguridad se muestra centrado, no grita y transmite una templanza inmutable, que deberá poner a prueba en los próximos cuatro años, en una provincia que reclama la disminución urgente del delito. Pullaro conoce el paño, sus años al frente de la cartera más caliente no fueron los mejores. Sin embargo, los números son irrefutables: en todo 2019, año en que terminó su gestión, se registraron 168 homicidios en el departamento Rosario; en lo que va de 2023 la cifra ya roza los 200. Con esos índices se va Perotti, que desembarca en Diputados luego de quedar segundo con García, la viuda de Miguel Lifschitz, quien cada vez pisa más fuerte en el tablero político de la bota.
La unidad jugó a favor de Javkin
Si hubo un favorecido por la estrategia a la unidad de Unidos para Cambiar Santa Fe, que recurrió a la exposición de todas las figuras juntas en actos, piezas para medios, afiches callejeros y dispositivos discursivos, fue Javkin. Se sabía que el actual intendente era el que más difícil la tenía, tras una gestión que, como él mismo señaló, se desarrolló con viento en contra, por la crisis sanitaria y el «abandono» de Nación y provincia.
El jefe del Palacio de los Leones poseía, en un pasado no muy lejano, otras pretensiones políticas. Buscaba posicionarse como candidato a gobernador y como uno de los artífices de la U, pero la coyuntura local, marcada por la devastadora crisis de seguridad pública, lo obligó a bajar sus ambiciones de poder y encaminarse a jugar por la reelección en Rosario.
Tras una performance poco destacada en las PASO, Javkin se pegó a Pullaro, a sus dos alfiles, Schmuck y Seisas y a García, todos con imágenes positivas más altas que la propia. El enunciado que repitió hasta el hartazgo como un mantra le dio resultado: la necesidad de alinear fuerzas entre gobernación y cámaras legislativas para que le permitan gestionar sin dificultades, le otorguen recursos económicos -que ahora le niegan- y le habiliten patrulleros y efectivos policiales, «luces azules», como las bautizó durante su carrera a la reelección.
Con todo, la administración del mandatario local fue revalidada, a regañadientes, pero revalidada al fin. Enfrente se encontró con un joven Juan Monteverde, ligado a ideas y espacios casi unánimemente repudiados: la izquierda de sus orígenes en el movimiento Giros y Ciudad Futura y la posterior alianza con el peronismo, que le sirvió para aglutinar votos antes impensados, pero que su oponente utilizó para bajarle el precio.
«Monteverde es el candidato del kirchnerismo», reiteró el intendente una y mil veces. Lo era, y la idea prendió, en un contexto trazado por el triunfo de la derecha con Javier Milei en las nacionales y un rechazo generalizado a las medidas económicas del Gobierno nacional: la devaluación post PASO que se tradujo en una inflación todavía más galopante que la de julio, cuando se disputaron las primarias.
Izquierda y kirchenrismo, dos malas palabras que, pese a los desencantos con la gestión de Javkin, le aportaron lo suficiente para retener la intendencia. No obstante, Monteverde se perfila como un dirigente rosarino con presencia de cara al futuro.
Referentes del Frente Progresista al mando de Rosario y Santa Fe
Una de las posibles lecturas de lo acontecido el domingo podría centrarse en el pasado de las figuras ganadoras. Tanto Maximiliano Pullaro (hombre de confianza de Miguel Lifschitz), como Clara García, Pablo Javkin y María Eugenia Schmuck, pertenecieron al Frente Progresista Cívico y Social (FPCyS), que gobernó Rosario y Santa Fe durante décadas. De vocación relativamente dialoguista, todos interpretaron que la realidad bramaba por una nueva coalición de gobierno que incluyera a otros sectores, entre ellos, el PRO.
La decisión no parece haber sido tan sencilla, sobre todo, para referentes del socialismo, identificados con dirigentes como Hermes Binner, que a la hora de la pregunta por la contradicción ideológica, respondían con cierto pesar, aunque sin vergüenza.
Lo cierto es que esa decisión los llevó hoy a convertirse en los hombres y mujeres que estarán al mando de los destinos de la ciudad y la provincia y que deberán negociar más entre los propios que con los ajenos. Después de todo, de eso se trata la praxis política del presente, del arte de negociar.

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