La eminencia médica argentina que genera polémica con sus declaraciones sobre el coronavirus: “Infantilizaron al mundo”
Se llama Pablo Goldschmidt. Nació en Argentina y hace cuarenta años que vive en Mónaco, Francia. Es virólogo. Se graduó de farmacéutico, licenciado en Análisis Clínicos y Bioquímico en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. Se diplomó en la Facultad de Medicina del Centro Hospitalario de la Pitié-Salpetrière de París. También formó parte del Ministerio de Salud Pública de Francia, cargo que obtuvo por concurso y que ejerció a tiempo parcial, ofreciendo el resto de sus horas a organizaciones no gubernamentales como voluntario ad honorem.
Desde hace semanas Goldschmidt viene realizando declaraciones que generan polémica en el microclima científico, pero en el último tiempo sus análisis sobre el “pánico innecesario” que se generó en el mundo por el coronavirus tomó dimensión mundial. Rosario Nuestro dialogó en exclusiva con el médico argentino.
Me gustaría que desarrollara su análisis sobre por qué cree que se está sobredimensionando en el mundo el problema con el coronavirus
-Es un análisis de las evidencias, de las pruebas, lo que se llama medicina basada en evidencia. Lo que ocurre cuando uno copia y pega informes periodísticos, entonces uno sirve de referencia del otro. Yo no tomo de referencia informes periodísticos, yo tomo información de los bancos de datos de los pacientes y los hospitales. Entonces es muy interesante que desde enero vengo diciendo que hay que tener cuidado porque se está inflando una situación que no es correcta.
Le cuento que simple es mi razonamiento: si usted está en un hospital y vienen cien personas con fiebre, muy enfermas, usted le hace un análisis y le encuentra un virus, y se mueren diez. La mortalidad, van a decir, es del diez por ciento. Pero no es del diez por ciento, es del diez por ciento de la gente que fue al hospital. Si yo le hago análisis a todo el barrio, por ejemplo, a mil personas y veo que murieron diez, ya la mortalidad se me fue al uno por ciento. Si yo lo hago a toda la población, tal vez, me de en uno y pico o dos. ¿Qué pasó? Sucedió que cuando pasó lo de Wuhan en China se hicieron sobreestimaciones sobre casos de personas enfermas, entonces la cantidad de fallecidos sobre la cantidad de enfermos asustaba. Ese es el primer punto.
El segundo punto es ¿ qué pasa con la infecciosidad de este virus? Sí, es un virus transmisible porque es un virus Corona, que se transmite por saliva, al igual que los rhinovirus y los adenovirus. Por lo tanto, ¿cómo puede uno saber qué tan transmisible es el virus? Bueno una de las maneras fue el barco japonés en el cual hubo una mortalidad bastante baja. Sobre 3.700 personas fallecieron menos de diez, pero el año pasado habían fallecido por infartos y ACV también. Este año, como le habían hecho el test del Covid-19 a todos, ya no hubo infartos y ACV, solo se consideraba que era el coronavirus el responsable.
Por otra parte, si usted se infecta hoy, la cuestión es cuándo va a estar usted enfermo y se calculan cuántos días. Si yo le hago el análisis tal día y le sale negativo por ahí estoy calculando mal. Todas las cuentas que se hicieron hasta ahora están hechas con viés metodológico. Cuando yo veo el primer informe, digo ‘esto no va’, pero uno no le puede hacer tomar examen a los periodistas ni a los colegas infectólogos que agarran los micrófonos en la tele y en al radio y reproducen lo que dice una agencia noticiosa que reproduce lo que hizo alguien sobre análisis hechos como le cuento: la mortalidad con respecto a los internados.
Ahora fíjese usted, por ejemplo, en China la mortalidad ahora en la gente menores de 60 años es del 1, 4% de los infectados y de los mayores de 60 años es del 4, 5%, cuando al principio se pensaba que era del 18%. Ese 18% es de la gente de más de 80 años con problemas asociados. Lo que significa que hay que cuidar a la gente mayor, cuidarla en los geriátricos, el personal tiene que estar protegido, pero haber infantilizado a todo el universo haciéndonos lavar las manos como criaturas cuando el problema es otro. Por supuesto que hay que lavarse las manos y tener máscaras porque no hay que transmitir el resfrío a nadie, pero un resfrío a una persona trasplantada la mataba siempre, una persona que tenía bronquitis crónica el resfrío siempre era un problema.
Fue tal el pánico y el susto que, tal vez, la gente que tenía un rhinovirus corrió a los hospitales en Europa y en Estados Unidos. Los hospitales se llenaron de personas, se llenaron las terapias intensivas, entonces se genera este pánico.
Entonces, según su análisis, no se justifica la cuarentena mundial…
-Yo pienso que lo que no se justifica es el pánico, no se justifica asustar a la gente, dejarla sin trabajo. Pero qué se puede hacer cuando uno es miembro de una institución internacional en la cual dan instrucciones y si usted no las da, usted es responsable tenga o no tenga la culpa -es ese concepto francés de responsable, pero no culpable-. Pero responsable es el político que no tenga en cuenta lo que diga la Organización Mundial de la Salud (OMS), salvo los suecos y yo, que soy el único que se resiste.
Como Europa estaba ocupada por los nazis en los años ’40 y había gente en la resistencia, en este momento estamos ocupando todos nuestro cerebro y nuestro cuerpo por una especie de pánico internacional viral y hay que resistir. Yo resisto como puedo con argumentos científicos, diciendo cuidemos a la gente mayor, cuidemos a los mayores de más de 65 años, pero no por el coronavirus sino porque cualquier virus respiratorio le puede provocar un daño severo y provocarles neumonía. No es una cuestión de estar fuera del mainstream (convencional) de lo que se piensa. Acá objetivamente se han equivocado y si usted retoma los nuevos estudios que hicieron va a ver que poco a poco me están dando la razón.
Otro punto que me interesa tocar tiene que ver con la crítica que usted hace sobre la formación de los médicos en el sistema de salud en la especialidad de neumonología
-Antes había neumonólogos por la tuberculosis, hay gente que hace terapia intensiva. Es muy difícil la terapia intensiva. Va junto con la formación de anestesia. En Europa es terapia intensiva y anestesista, van juntos. Son años después de medicina, son guardias de todos los días, a la noche no se puede dormir, hay que estar controlando, hay que saber mucha matemática, hay que calcular si a la máquina le pongo más presión de oxígeno, más frecuencia, menos frecuencia, haciendo gases en sangre; es decir, todo esto son años y años de estudio y esa gente no es reconocida, entonces para qué van a hacer un trabajo no reconocido ni financieramente -porque se les paga mal-, pero además son muchas horas, son muchos nervios, mucha tensión y faltan.
Entonces, ¿hay un faltante de neumonólogos?
-Lo que sucedió es que la terapia intensiva tuvo muchísimos progresos. La gente que está bien formada en en esa área puede hacer que un infarto, cuando está tomado a tiempo, o un ACV sean reversibles o tengan mínimo posible de secuelas.
La mayoría de la terapia está enfocada en salvar la vida de personas con ACV e infarto y pocos se formaron en el manejo de neumonías, que es lo que pasó en China y en Italia. Es decir, todo este pánico lo que está mostrando es la mala protección de la gente mayor, problemas de formación en la gente joven y falta de material.
¿Qué evaluación hace de Argentina?
-Yo creo que, por suerte, no es el caso en Argentina porque las cifras muestran que la terapia intensiva la están manejando bien, la mortalidad dentro del total de positivos no es tan alta como en Italia o en España. Esperemos que tengan la posibilidad de poderlo controlar y disponer de máscaras para proteger a la gente que va a trabajar.
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