Por Ignacio Pellizzón
Basura Cero es el nombre genérico que reciben los planes adoptados en distintos lugares del mundo, tendientes a disminuir gradualmente la basura que se lleva a disposición final (o incineración), estableciendo metas concretas.
Para lograr este objetivo es necesario encarar el problema a través de distintas estrategias, que pasan por la reducción en la generación de residuos, su reutilización y su reciclaje (incluyendo compostaje y biodigestión de residuos orgánicos).
Esto implica modificar los métodos de producción con el fin de reducir la cantidad y peligrosidad de los residuos que se generan, disminuir la utilización de materias primas en esa etapa, y fabricar productos más duraderos, con menos sustancias tóxicas, que permitan una reutilización o reciclado más fácil al final de su vida útil.
En Rosario el proyecto “Basura Cero” se aprobó en el Concejo en el 2008. La iniciativa pretende marcar un camino en este sentido; sus medidas procuran llegar al año 2020 sin disponer en rellenos sanitarios residuos que sean reciclables o aprovechables. Sin embargo, desde que la normativa está vigente el municipio nunca pudo cumplir con las metas impuestas.
Paradójicamente la producción de residuos en la ciudad aumentó casi al mismo ritmo que lo que se invierte para poder enterrarla en el relleno sanitario en Ricardone. Según cifras oficiales, en 2008 se enterraron 230.274 toneladas y en el 2017 alcanzó un récord histórico: 307.695. A estas cifras hay que agregarle las cifras millonarias que le cuestan al municipio: este año -según presupuesto- fue de 239.853.750 pesos, es decir, 16, 6% más que lo ejecutado en 2017 (200.217.137 pesos). En consecuencia, mientras más aumenta la basura que se entierra, más aumenta el dinero que se gasta en enterrarla.
Algo huele mal
“Actualmente estamos en el valor más alto de disposición final de los últimos 10 años”, afirmó a Rosario Nuestro el referente de Taller Ecologista, Mirko Moskat. “Es un dato muy fuerte y denota que algo realmente está fallando, porque si bien la separación de origen creció y la recolección también, todavía no se colecta de forma separada, lo cual mantenemos estas cifras siderales: solamente el 2% de los residuos que se entierran se recogen de forma separada”, agregó.
Para los ambientalistas hay varias razones que generan que “Basura Cero” se incumpla. En primer lugar, “los residuos orgánicos (representan el 50%) se comenzaron a recolectar recién el año pasado a raíz de la modalidad de Barrios Verdes, y es una parte importante que está bastante fuera del esquema de recolección separada”, apuntó Moskat.
Otro motivo, es que la modalidad de separación en general “no incentiva la separación”. “Si se piensa el área central y la separación se realiza con contenedores, hay más tachos para los residuos mezclados que para los que no, es decir, es un trabajo extra que debe hacer el vecino”, destacó el ambientalista.
Se estima que en Rosario hay unos 9 mil contenedores para residuos mezclados, unos 500 para residuos separados (color naranja) y 800 que están dentro de diversas instituciones como escuelas, clubes, hospitales, entre otros.
“Esto deja en claro que la modalidad implementada por el municipio no facilita la separación, no garantiza obtener buena calidad de los materiales que se separan; de hecho, se complica mucho la estrategia de discriminar la basura, además de que hay una clara falta de comunicación y concientización al respecto para que los vecinos se pongan a separar”.
Números odiosos
En base a los informes oficiales a los que accedió Rosario Nuestro, en el 2017 se enterraron 840 toneladas de basura por día en Ricardone, lo que significaron unas 307.695 toneladas en un año.
Esto traducido en dinero, implica que le costó a la Municipalidad una inversión de 200.217.137 pesos y en 2018 el desembolso -según presupuestado- se incrementó un 16, 6%, es decir, 239.853.750 pesos.
En comparación con el año 2008, cuando se aprobó la ordenanza “Basura Cero”, se enterraban 230.274 toneladas anuales, por ende, una década después lo que se lleva a disposición final en Ricardone es un 30% más.
¿Hay solución?
Los ambientalistas presentaron un proyecto en el que se pretende incorporar a los cartoneros al sistema de separación, recolección, tratamiento y venta de residuos reciclados. La idea básicamente incentiva a que se formen cooperativas y que el ejecutivo local pueda contratar los servicios de las mismas para dichas funciones.
“La idea se aplica en Buenos Aires, pero acá está en seis comisiones diferentes en el Concejo y solo se aprobó en la de Ecología, con lo cual detectamos que hay una intención de no avanzar del todo con esta iniciativa”, expresó Moskat.
La intención es lograr disminuir progresivamente y sin frenos la cantidad de residuos que se entierran en el relleno sanitario, además de generar conciencia en los vecinos para que puedan separar la basura y que se pueda reutilizar lo necesario y vender con valor agregado para producir empleo genuino y un sistema sustentable de recolección de basura. Hasta tanto, se seguirá enterrando mucha basura y mucho dinero.