Este lunes por la mañana Kevin Javier Duarte, Juan Manuel Almada, Pablo Nicolás Caminos y Horacio Enrique Benaventos, cuatro internos del Pabellón 8 de la cárcel de Piñero, fueron acusados de homicidio triplemente calificado —por ensañamiento,alevosía y la participación de dos o más personas— en el marco de las investigaciones por la muerte de Ariel «Tubi» Segovia.
El cuarteto de sospechosos, que estaría vinculado a la barrabrava de Newell’s Old Boys, quedó alojado en celdas de aislamiento de la cárcel; mientras los investigadores intentar determinar las condiciones de su homicidio. Desde la Fiscalía informaron que por una estrategia jurídica decidieron no dar a conocer, por ahora, el material probatorio con el que cuentan. De todas maneras si ventilaron las circunstancias del homicidio.
El caso
Ariel «Tubi» Segovia, dos semanas antes de su asesinato, pidió estar alojado en el Pabellón 8 de la cárcel de Coronda. Estaba en su dominios, rodeado de su gente de confianza, cuidado por detenidos que respondían a sus órdenes. Pero el pacto se rompió.
La tarde del martes 24 de abril cuatro presos de su círculo íntimo entraron a la celda 27, donde él cumplía su detención. Lo redujeron. Uno de ellos le colocó dos cables a la altura del cuello y los otros tres atacantes lo apuñalaron hasta la muerte.
Con el homicidio consumado, se quitaron la ropa y la prendieron fuego. Eliminaron gran parte de las pruebas y se sentaron a esperar que los guardias del Servicio Penitenciaro actuaran —tarde—.
Según aseguró su abogado defensor, Gonzalo López Ocariz, «Tubi» no temía por su seguridad. Días atrás había pedido su traslado al penal de Piñero —donde está alojada parte de la cúpula de Los Monos— pero no se esperaba un ataque por parte de su gente de confianza.
De acuerdo al parte médico oficial, el cuerpo del supuesto narco presentaba 36 heridas cortantes y punzo cortantes, del las cuales el 80% estaban ubicadas en el pecho y la cara. A su vez tenía un importante surco a la altura del cuello, presuntamente provocado por el estrangulamiento con los dos cables.
A través de las cámaras de seguridad del penal los investigadores lograron determinar que el ataque duró unos 35 segundos y que dos de los asesinos actuaron a cara descubierta, mientras que sus acompañantes lo hicieron con el rostro tapado. En la escena del crimen se secuestraron tres cuchillos —tipo tramontina, de 13 centímetros de hoja— y los dos cables utilizados por los verdugos.