Antes de navegar por las aguas del arte, arreglaba televisores. No cuesta tanto imaginarlo en esa labor si se tiene en cuenta su versatilidad. Marcelo Rodríguez, más conocido como Gillespi, es multifacético: músico, humorista, escritor y conductor de radio. «Soy todo eso a la vez», dice en una frase que lo autodefine, y en diálogo con Rosario Nuestro. Este hombre de múltiples caras escénicas pisará tablas rosarinas este sábado a las 22 en McNamara (Tucumán 1016).
«Rosario me hace acordar a mis épocas ‘rockerísticas’, con Sumo, Divididos y Las Pelotas. Hay un público muy entendido para lo que hago», asegura el trompetista, al momento de empezar una charla que transcurre con total fluidez. Gillespi halaga la audiencia local con conocimiento, pues visitó tierras rosarinas varias veces. Cuando dice «lo que hago» se refiere al jazz, la faceta creativa que lo trae como excusa.
Después, el rumbo de la conversación vira hacia los comienzos. «Estaba en la secundaria y ayudaba a un hombre a arreglar televisores. Ahí me empezó a gustar la música electrónica», explica. Más adelante vinieron las épocas de estudiante de psicología en la UBA. «Menos mal que dejé. Pobres los pacientes», bromea. El humor atraviesa el relato de principio a fin. Y claro, es otro de sus oficios, que desarrolló en televisión de la mano de Roberto Pettinato, pero sobre todo en radio, espacio donde comparte micrófono con Alejandro Dolina: «La radio fue un descubrimiento»
La inquietud por la música vino por el lado de su primo, que tocaba el bajo. Aunque también admite que la cuestión instrospectiva propia del quehacer artístico puede asociarse con el oficio de su papá: relojero. Sobre esa confluencia de intereses, que aún persiste, detalla: «Ni siquiera puedo decir que soy músico. Me aburro de hacer una sola cosa. Me gusta tocar cuando tengo ganas». Y sigue «No es que un día te despertás y sos músico. Es un proceso». La idea va a repetirse en varios pasajes de la conversación.
De todos modos, Gillespi siente que «el disfrute tiene que ver con la gente con la que compartís las cosas». Está claro que, de otra manera, para él la cosa no tiene mucho sentido. «Siempre trabajé con amigos», afirma una y otra vez. Y aparecen las referencias a Luca Prodan, Mollo y Dolina, sólo por mencionar a algunos.
Sobre el final de la entrevista, cuenta que, semanalmente, escribe una columna en un diario, otra de las actividades en las que despliega su creatividad. «Todo lo que hago son expresiones de mi», cierra para luego despedirse.