«Creo que fue un año intenso, difícil», dijo a radio Mitre, al ser consultado sobre lo bueno y lo malo que sucedió en 2018.
El funcionario atribuyó esta dificultad al impacto de la crisis económica internacional en Argentina, entre otras cuestiones, debido a la dependencia que tiene el país del financiamiento externo.
«Nos agarró peor parados a nosotros que al resto, porque la economía argentina es más vulnerable, tiene más déficit y más deuda, y no tenemos posibilidad de financiarnos internamente como, por ejemplo, lo hace Brasil, y necesitamos los dólares que vienen de afuera para financiarnos», explicó.
Como consecuencia, «se depreció la moneda y comenzó la recesión» y el gobierno tuvo que «modificar la política económica, con una política fiscal más severa y una política monetaria más restrictiva».
Estas medidas, dijo Frigerio, fueron como «un torniquete» para impedir que Argentina «se siga desangrando».
«A medida que las cuentas públicas se vayan equilibrando, con la ayuda del presupuesto aprobado, vamos a ir aflojando el torniquete», aseguró.
Como autocrítica, Frigerio mencionó el haber puesto «la vara muy alta» en cuanto a objetivos y el «haber creído que temas complejos que se vienen arrastrando hace décadas se podían resolver rápidamente», como la inflación.