El presidente Alberto Fernández ratificó hoy que su administración enviará este año un proyecto de ley de legalización del aborto al Congreso, y afirmó que no vive «en paz si una mujer termina en manos de un curandero».
«No vivo en paz con mi consciencia sabiendo que tal vez una mujer tiene que realizarse un aborto, no tiene las condiciones económicas para pagar ese aborto, y termina en manos de un curandero que con una aguja la termina lastimando y a veces matando», enfatizó Fernández, al hablar ante un auditorio repleto en el Instituto de Estudios Políticos de París.
Durante una conferencia magistral en el Instituto de Estudios Políticos de París, precisó: «Perdónenme, pero la hipocresía nunca se llevó bien conmigo. Por eso es que he propuesto, y lo voy a hacer, mandar un ley que termine con la penalización del aborto y permita la atención de cualquier aborto en un centro público».
De esta forma, días después de visitar al papa Francisco en el Vaticano, el mandatario nacional ratificó su voluntad de presentar un proyecto de legalización de la interrupción del embarazo.
«En la Argentina el aborto es un delito. Es un extraño delito donde casi nunca se condena a ninguna mujer por aborto pero donde todos sabemos que existe», manifestó el jefe de Estado.
En ese sentido, amplió: «¿Cuál es el problema de que exista un delito de aborto? El problema es que todo aborto se vuelve clandestino y en la clandestinidad el riesgo de vida y de salud de la mujer se potencia».
«El problema es más agudo de acuerdo a la clase social de quién practica el aborto. Si es una clase social alta, practicará el aborto en un centro de salud adecuado, con condiciones de asepsia adecuadas y el certificado médico dirá que tuvo una aborto espontáneo y su salud estará absolutamente garantizada», relató.
En tanto, afirmó: «Si estamos en presencia de una mujer sin recursos, toda su vida corre peligro. Y si zafa su vida, corre el riesgo de quedar infértil o sufrir lesiones internas».
«La discusión del aborto, para mí, es parte de la discusión hipócrita que históricamente tiene la Argentina cada tanto.
Durante años debatimos si la persona divorciada se podía volver a casar», apuntó el Presidente.
En ese marco, trazó una analogía con una vivencia personal junto a su madre y su nueva pareja: «Soy hijo de una madre divorciada que reconstruyó su familia. Mi familia es la que reconstruyó mi mamá, y mi padre es el segundo marido de mi mamá no mi padre biológico».
«Un día vino (el ex presidente Ricardo) Alfonsín y propuso legalizar el divorcio vincular y permitir un segundo matrimonio. Fue un debate insufrible. Salió la ley, mi mamá y Carlos se casaron y los tres hijos fuimos testigos. ¿Para qué discutimos durante 20 años esto?», cuestionó.
Por último, sentenció: «Siento que con el aborto pasa algo parecido. Hay quien siente que legalizar el aborto lo vuelve obligatorio. No es obligatorio para nadie. Es un tema que debemos resolver desde el mundo de la salud pública. No podemos poner en riesgo la salud de la mujer que decide abortar».
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