En la décimoprimer jornada de audiencias por el Juicio a Los Monos declaró un testigo de identidad reservada —un presunto arrepentido— sobre el cual la Fiscalía tenía depositadas muchas expectativas. En sus anteriores testimonios ante los investigadores, esta persona, que conocía a los principales acusados por ser un habitué de la noche y los boliches rosarinos, había acusado a la familia Cantero de vender drogas, armas y protección a diferentes bandas de la ciudad; relato que constituía uno de los principales argumentos de los acusadores para cimentar la teoría de que Los Monos conformaban una asociación ilícita. Sin embargo, la mañana del miércoles no le sentó bien a Gonzalo Fernandez Bussi, el fiscal que debía entrevistarlo.
El acusador —tal vez con datos sobre lo que iba a decir su interlocutor— comenzó su cuestionario en forma filosa. Con nombre y apellido, señaló a diferentes personas vinculadas al hampa local y le exigió al testigo que le explique cual era la relación que ellos tenían con la venta de estupefacientes. El arrepentido primero intentó evitar el cuestionario, exigiendo dar «algunas aclaraciones» y, ante la negativa del tribunal de que lo haga, solo se limitó a responder con evasivas.
Fernández Bussi, molesto, primero lo señaló por comportarse en forma hostil y luego lo acusó de falso testimonio, al comparar su relato de hoy con sus dichos previos al juicio. Una vez que el Fiscal terminara con su cuestionario y el defensor Fausto Irure le hiciera unas pocas preguntas, el juez Ismael Manfrín le permitió al testigo dar sus explicaciones.
Las patas cortas de un policía de Judiciales
El supuesto arrepentido señaló que no podía hacerse cargo de sus dichos previos a la audiencia de hoy. Según su relato, en 2013, mientras estaba detenido investigado por un homicidio por el que luego fue condenado, tuvo una reunión con el policía Germán Almirón —hoy preso por extorsión— en el despacho del juez Juan Carlos Vienna. Allí, el uniformado, que en ese momento cumplía tareas en la División Judiciales, le habría ofrecido un acuerdo en el cual, a cambio de colaboración para salir cuando antes de la cárcel, le pedía que afirme conocer la estructura criminal de Los Monos. «Les dije que yo solo los conocía de los boliches, de algún asado y los otros datos los pusieron ellos».
El testigo de identidad reservada aseguró que hasta hace pocos días continuó recibiendo «falsas promesas» y, en vísperas de comenzar sus salidas transitorias por la causa en la que fue condenado, decidió contar la verdad.