La experiencia Walmer desembarcó en Rosario con una propuesta original y elegante. La feria de arquitectura y diseño se destaca en su rubro y su propósito, ya que su entrada es a voluntad y lo recolectado será donado al Hospital de Niños de Zona Norte. Para aquellos que gusten de disfrutar de la exposición estará abierta al público del 17 de mayo al 16 de junio, en los horarios de lunes a viernes de 9 a 13 y de 16 a 20, y sábados de 10 a 13.
La noche ya había caído ese 17 de mayo. Pasadas las 19, una multitud de personas comenzó a acercarse a Salta 1355. Todos vestidos acorde a la ocasión: brillos y trajes lucían a la par de los exóticos diseños de interior. En la mesa de entrada, tres mujeres daban la bienvenida y, a partir de allí, la propuesta se dividía en tres: un patio de comidas en el centro, a la derecha un lujoso vehículo a la espera de ser presentado, y a la izquierda una puerta que invitaba a ser parte de la experiencia Walmer.
Los presentes no dudaban, y después de ingresar se dirigían a llenar sus ojos con cada uno de los diseños. El lugar era chico pero lo suficiente para que ingresen las presentaciones de 14 expositores, algunos con trayectoria a nivel mundial. Allí adentro era un mundo aparte y la imaginación volaba, cada sector te hacía soñar con tener la posibilidad de tener una casa así. Luces, colores, formas y texturas daban un toque único y distinguido a la exposición.
El primer sector auspiciaba de hall. El gris predominaba en la escena y un solo sillón era lo que resaltaba. Sin embargo, unos pasos más adelante todo se volvía más cálido. El segundo diseño fue el que más resaltó. Sus colores naranjas y violetas lo convertían en auténtico. La fuerza de estos tonos estaba aplicada a una habitación, y lejos de cansar la vista, relajaba la escena bajo una luz tenue. El profesional español, Daniel Irazoqui era el autor de esta pieza.
Luego, le sucedían 12 sectores más que coincidan en elegancia y prolijidad. Sillones, alfombras, lámparas y objetos de diseño los distinguían entre sí y le daban el toque personal de su arquitecto o diseñador. La experiencia Walmer podría seguir siendo descripta en estas líneas, pero vale la pena acercarse y darle un gusto a la mirada. Dentro de ella, la gente caminaba, comentaba y hasta se amontonaba. Los suspiros y halagos llenaron el poco espacio vacío del lugar.
Una vez culminado el recorrido, los presentes regresaban a la puerta de entrada. Una copa de vino y una larga mesa de fiambres aguardaban por ellos para deleitarlos. El frío en aquella noche no se hizo sentir y una música electrónica de fondo le daba una pincelada glam a la velada. Sensorial es un adjetivo que cabe a la perfección en esta experiencia, que invita a renovar algún sector de la casa.