Japón es un país reconocido a nivel mundial por su rica cultura y por ser pionero en numerosos avances tecnológicos. Por eso, pocos se sorprendieron cuando trascendió en junio que tres de los mayores bancos niponeses, junto con empresas vinculadas al sector financiero, están trabajando en el desarrollo del yen digital, que combinará la moneda del país asiático con el blockchain.
La iniciativa planea desarrollar un sistema de pagos revolucionario que permitirá transacciones directas entre cuentas bancarias y una «cartera digital» de yenes, sin mediación de canales tradicionales, como una tarjeta de crédito o el dinero físico.
Para eso, según informaron desde iProUP se utilizará la Suica, un plástico equivalente a la SUBE -de los que hay unos 80 millones de unidades en circulación en Japón– y que sirven tanto para hacer todo tipo de compras, incluso para abonar trayectos de tren o subte.
DeCurret, casa de cambio de monedas virtuales, aportará la tecnología de cadena de bloques –similar a la que usa Bitcoin– como sistema de seguridad para la futura divisa digital.
Esta iniciativa tiene raíces sólidas: el país asiático se convirtió en 2016 en uno de los primeros en establecer regulaciones para monedas digitales, que se caracterizan por carecer de un banco central y tienen en su historial varios intentos de entidad niponas para desarrollar divisas vinculadas al yen.
Así, seguiría los pasos de Suecia, cuyo banco central lanzó en febrero su E-Krona en modo de prueba piloto. Otro país que trabaja en esa dirección es China, que ya anunció su propia divisa de este tipo hace cinco años y encendió las alertas de Estados Unidos.
No sólo eso: la Casa Blanca se aterró ante la propuesta del Banco de Inglaterra de crear una moneda digital de alcance global que reemplace al dólar en el intercambio internacional para que los países puedan protegerse ante algún shock que sufra la primera economía global.
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