La pandemia del coronavirus cambió el modo de vida de las sociedades. Las autoridades apuntan al cuidado de los adultos mayores, los más vulnerables frente a la infección, y alientan a la ciudadanía a quedarse en casa, la única «vacuna» contra la enfermedad. Pero el covid-19 arrasó también en las generaciones más jóvenes y no solo desde la salud física, sino psicológica. Viajes de egresados, graduaciones, festejos de fin de curso, entre otros proyectos, debieron postergarse hasta nuevo aviso, mientras la incertidumbre marca el pulso de la nueva normalidad.
Con ese puñado de sueños truncos, transita sus días Victoria De Rosa, una adolescente rosarina de 17 años, que cursa quinto año en el colegio Superior de Comercio. «Nunca se me cruzó por la cabeza la magnitud de lo que terminó siendo el 2020», confiesa en una entrevista al aire del programa El puente, que se emite por Radio Mitre Rosario y cuenta que desde el inicio de la cuarentena intuyó que el viaje a Bariloche y la graduación se suspenderían.
A eso se sumó la cancelación de las clases presenciales y la obligación de estudiar de modo virtual, vía Zoom, la aplicación apenas conocida antes del aislamiento que se popularizó desde marzo. «No es fácil aprender una materia por videollamada. Es necesaria la fluidez del cara a cara con el profesor», asegura la joven, que, de todos modos, pudo transitar el ciclo lectivo sin problemas.
Sobre el contacto con sus amigos, lamenta que la pandemia haya significado la pérdida de la comunidad y el sentido de pertenencia propios del último año del secundario. Las relaciones se basaron en grupos de Whatsapp o videollamadas. «Se perdió la calidez. Hay gente con la que prácticamente no tuve comunicación desde que empezó la cuarentena y otra con la que quería formar vínculos y no pude. El otro día hablando con un amiga la escuché reírse y me di cuenta que extrañaba su risa».
Cerca del final de la charla, Victoria relata que pasó la cuarentena con tranquilidad y agradece que el diálogo con sus padres es constante. «Mi vieja es comprensiva y empática. Entiende que estoy en una situación en la que nunca nadie jamás se imaginó». Además, dice comprender que los adolescentes sientan la necesidad de reunirse, tal como se ve en los parques o plazas de la ciudad, a pesar de las prohibiciones. «No solo los jóvenes estamos agobiados. Todo el mundo lo está. Hace mucho tiempo que vivimos en cuarentena y el contacto humano es necesario», cierra.
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