El llamado “dolor de huesos” en verdad es un dolor que proviene de las articulaciones, que cuando aparece el invierno y hay un clima muy frío o húmedo se suele agudizar, kinesiólogos y médicos especialistas exponen que aquellas articulaciones con alguna enfermedad preexistente en esta época del año pueden provocar dolores más fuertes de los acostumbrados ya que el cuerpo está más rígido y menos activo.
Tal es así que la causa de este dolor es la existencia de una mayor rigidez articular; esto provoca que tanto los huesos, los tendones y los ligamentos se retraen, pierden flexibilidad, dando como resultado un fuerte dolor en esas zonas.
La influencia del frío en los huesos
El frío facilita la rigidez en el cuerpo, pero es importante destacar que no es el causante de las enfermedades reumáticas.
Para evitar este tipo de dolencias, recomiendan tener algunos hábitos que sirven para prevenir este tipo de dolores:
- Realizar actividad física diaria que servirá para fortalecer los músculos y darle flexibilidad y funcionalidad a las articulaciones del cuerpo.
- Comer de forma saludable, incorporar agua, frutas y verduras a las dietas diarias.
- Vestirse con ropa abrigada para no pasar frío.
- Evitar los cambios de temperatura bruscos.
- Si a pesar de tomar precauciones, el dolor se hace presente, se pueden tomar baños de agua caliente, utilizar almohadillas térmicas o poner compresas en la zona afectada durante media hora. Además se recomienda realizar masajes corporales con cremas antiinflamatorias para que el dolor vaya disminuyendo.
El Lic en kinesiología y Director de la carrera, Diego Castagnaro de Fundación Barceló aporta que “es importante prestar atención a las dolencias, tomar a estas como una alarma o “notificación” y que si estas persisten en el tiempo, es aconsejable visitar a un médico y a un kinesiólogo para descartar complicaciones.”
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